Think tanks
Los think tanks (también llamados laboratorios de ideas; literalmente, “tanques de pensamiento”) son organizaciones sin ánimo de lucro que realizan actividades de investigación con el fin de proporcionar asesoramiento y análisis a gobiernos, empresas y otros grupos e instituciones.
El ecosistema de los think tanks es sumamente diverso y los expertos suelen coincidir en que no hay algo así como un think tank prototípico: estas organizaciones difieren entre sí en varias dimensiones importantes, como “la forma en que se financian, las funciones que desempeñan, sus actitudes hacia la ‘experticia neutral’, la contratación de personal y los servicios que ofrecen.”1 Asimismo, los límites entre los think tanks y otras entidades encargadas de ofrecer asesoramiento, como los grupos de presión, las fundaciones privadas, los institutos académicos, las escuelas de política, las agencias gubernamentales y las organizaciones no gubernamentales, suelen ser bastante difusos.
Cabe trazar una distinción simplificada entre think tanks de “promoción” y think tanks de “investigación”, dependiendo de si el objetivo principal es proporcionar “armamento” o “esclarecimiento”,2 aunque probablemente sea mejor considerar estos dos tipos como dos casos límite en extremos opuestos de un continuo. Los think tanks de promoción (a veces denominados “think tanks ideológicos” o “think and do tanks”; literalmente, “tanques de pensamiento y acción”) suelen identificarse con una ideología política concreta y ofrecen sus servicios a clientes que se sitúan en una franja relativamente bien definida del espectro político. Algunos ejemplos son la Heritage Foundation y el American Enterprise Institute (de orientación conservadora), el Center for American Progress y el Economic Policy Institute (de orientación progresista), y el Cato Institute y la Reason Foundation (de orientación liberal).
Por el contrario, los think tanks de investigación (a veces llamados ink tanks, o “tanques de tinta”) no están comprometidos de antemano —al menos no explícitamente— con propuestas políticas de una determinada tendencia ideológica y se centran principalmente en generar ideas innovadoras. Algunos de estos think tanks se asemejan en muchos aspectos a instituciones académicas, por lo que a veces se los denomina “universidades sin estudiantes”: organizaciones como la Brookings Institution, la Russell Sage Foundation y el Peterson Institute for International Economics, por citar algunos ejemplos, están formadas principalmente por investigadores con doctorados y publican su trabajo en libros y revistas académicas. No obstante, estos think tanks suelen ser independientes del mundo universitario en cuanto a su estructura organizativa, tienen un contacto mucho más estrecho con los activistas políticos y ponen un mayor énfasis en la aplicabilidad práctica. Otros think tanks de investigación, en cambio, operan de forma más parecida a las consultorías: la mayor parte del trabajo de la RAND Corporation, por ejemplo, gira en torno a evaluaciones de programas solicitadas y financiadas por organismos gubernamentales.
Los think tanks no solo difieren significativamente en su estructura; también existe una gran diversidad en la naturaleza y el alcance de su impacto. Andrew Rich y Kent Weaver lo resumen así:3
En primer lugar, los think tanks pueden realizar investigaciones básicas sobre problemas y soluciones políticas, por ejemplo, esbozando las causas y las consecuencias del déficit de cualificaciones o de las bajas tasas de crecimiento económico. En segundo lugar, los think tanks pueden proporcionar asesoramiento sobre problemas políticos inmediatos por medio de diversos puntos de entrada al proceso de elaboración de políticas de Estados Unidos. Por ejemplo, testificando ante comités del Congreso, escribiendo artículos de opinión para periódicos y nuevos portales mediáticos, y redactando informes políticos que se distribuyen cada vez más en formato impreso y digital. Las consultas y diálogos informales son otra modalidad en que estos organismos pueden proporcionar asesoramiento en discusiones políticas inmediatas. En tercer lugar, los think tanks pueden actuar como evaluadores de programas gubernamentales, normalmente por contrato. En cuarto lugar, se puede recurrir al personal de los think tanks para que aporte comentarios sobre acontecimientos de actualidad, tanto para la prensa nacional y regional como a través de nuevos canales de comunicación, como comentarios en Internet y entradas en blogs. Por último, los think tanks pueden suministrar mano de obra al gobierno, dada la naturaleza relativamente porosa del sistema de contratación de empleados y, en particular, la alta rotación de personal de alto nivel encargado de la formulación de políticas que se produce al comienzo de los mandatos de presidentes y gobernadores.
Open Philanthropy ha otorgado becas a varios think tanks que trabajan en diversos ámbitos, como el Center for Security and Emerging Technology (inteligencia artificial), el Johns Hopkins Center for Health Security (bioseguridad y preparación para las pandemias), el Center on Budget and Policy Priorities y Dezernat Zukunft (política macroeconómica), el Center for Global Development (reforma migratoria), el Good Food Institute (alternativas a los productos de origen animal), la Nuclear Threat Initiative (bioseguridad y riesgos catastróficos biológicos globales) y el Sightline Institute (reforma del uso del suelo).
En el Reino Unido, uno de los think tanks más citados por su gran influencia (aunque no necesariamente se trate de una influencia positiva) es el Institute of Economic Affairs (IEA), descrito por un autor como “posiblemente el think tank más influyente de la historia de Gran Bretaña”4 y del que se dice con frecuencia que desempeñó un papel importante en el auge de las ideas “neoliberales” en los años 70 y 80.5 Algunos han llegado a afirmar que el IEA estuvo involucrado causalmente en acontecimientos geopolíticos claves más allá de las fronteras británicas: Sir Oliver Letwin, un parlamentario conservador, escribió en una ocasión que “sin el IEA y sus clones, Thatcher no habría sido electa y muy posiblemente tampoco lo habría sido Reagan; sin Reagan, la Iniciativa de Defensa Estratégica no habría existido; sin la IDE, el colapso económico de la Unión Soviética no habría ocurrido.”6
Un informe exhaustivo centrado en los think tanks estadounidenses realizado por un grupo seudónimo de autores con familiaridad y experiencia personal en el ecosistema de think tanks de Washington lo resume de la siguiente manera: “Mientras que hay acuerdo generalizado en que los think tanks tienen potencial de impacto, su impacto promedio es mucho más incierto.”7
80 000 Horas considera que trabajar en un think tank es muy atractivo en términos de potencial de impacto, capital profesional y satisfacción laboral, y recomienda esta opción a los altruistas eficaces que se encuentren al principio de sus carreras profesionales y posean las aptitudes necesarias.
El informe citado en la sección anterior considera que trabajar en un think tank suele ser más valioso por su capital profesional que por su impacto directo. Este capital profesional incluye beneficios como ampliar la red profesional del candidato, mejorar su comprensión del mundo de la política, adquirir habilidades relevantes para la política y convertirse en un experto reconocido en la materia.8 El informe señala también que los tipos de capital profesional que los think tanks ayudan a construir varían considerablemente entre los distintos think tanks y entre las distintas posiciones dentro de ellos.
Hay que tener en cuenta que, por lo general, el trabajo en los think tanks se considera una etapa en una carrera política más amplia y no una carrera profesional en sí misma: “Casi nadie tiene una ‘carrera en un think tank’, sino que ven el trabajo en un think tank como parte de una posible ‘carrera en política’.”9
Locke_USA (2021) Working at a (DC) policy think tank: Why you might want to do it, what it’s like, and how to get a job, Effective Altruism Forum, 31 de agosto.
Una descripción exhaustiva del ecosistema de think tanks norteamericano. El Apéndice A enumera una serie de libros, artículos, pódcasts y sitios web relevantes.
Diane Stone (2015) Think tanks, en James D. Wright (ed.), International Encyclopedia of the Social & Behavioral Sciences, 2.ª ed., Ámsterdam: Elsevier, pp. 294–299.
Tevi Troy (2012) Devaluing the think tank, National Affairs, vol. 10.
R. Kent Weaver (1989) The changing world of think tanks, PS: Political Science and Politics, vol. 22, pp. 563–578.
Robert Wiblin (2015) Think tank research, 80,000 Hours, julio.