Distribución de costo-eficacia

No todas las causas son igualmente costo-eficaces. De hecho, la distribución de costo-eficacia es de cola pesada: algunas causas son miles de veces más costo-eficaces que otras.

Esta variación de la costo-eficacia se debe en parte a la existencia de una inmensa desigualdad global, que hace que muchas personas en el mundo sufran problemas que podrían solucionarse con pequeñas cantidades de dinero. Consideremos, por ejemplo, una organización benéfica del mundo en desarrollo que gasta $20 por persona en una operación quirúrgica para prevenir la ceguera, en comparación con otra que gasta $40 000 por persona para proporcionar perros guía a los ciegos en Estados Unidos. Pero incluso las organizaciones que adoptan un enfoque global distan mucho de ser iguales en su capacidad para convertir las donaciones que reciben en mejoras reales para la vida de las personas.

Dentro de un área determinada, podemos entender que la variación de la costo-eficacia surge tanto de la variación del impacto de las intervenciones que llevan a cabo las organizaciones benéficas como de la variación de los fondos que gastan para llevarlas a cabo. Por ejemplo, la costo-eficacia de una organización que lucha contra la malaria dependerá tanto de si distribuye medicamentos o mosquiteras como de la cantidad de gasto superfluo que realice. La gente de la comunidad del altruismo eficaz tiende a creer que la primera fuente de variación es más significativa que la segunda.

Una conclusión general es que, a largo plazo, la costo-eficacia de las donaciones adicionales a muchas organizaciones benéficas disminuirá a medida que aumente la cantidad que ya han recibido. Debido a este fenómeno, cabría esperar que la costo-eficacia de las organizaciones fuera cada vez más equitativa en un mundo en el que las donaciones se basaran exclusivamente en la costo-eficacia.

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