Proyectos concretos de bioseguridad (algunos de los cuales podrían ser grandes)
Esta es una lista de proyectos de bioseguridad largoplacistas. Creemos que la mayoría de ellos podrían reducir el riesgo biológico catastrófico en más de un 1 %, aproximadamente, en el margen actual (en términos relativos).a Aunque estamos seguros de que hay mucho trabajo importante por hacer en cada una de estas áreas, nuestra confianza en las diferentes vías de impacto varía mucho y no hemos investigado a fondo los detalles de cada idea.
Aun así, consideramos que estas áreas son partes fundamentales de la infraestructura de bioseguridad y nos gustaría que se avanzara en su desarrollo. Si quieres que te mantengamos al día sobre las formas de participar, rellena este formulario de Google.
La detección precoz de una amenaza biológica aumenta el tiempo de que disponemos para responder (por ejemplo, para diseñar contramedidas adecuadas, utilizar equipos de protección, refugiarnos en búnkeres, etc.). El enfoque actual en materia de alerta precoz de nuevos patógenos es muy deficiente: suele depender de que un médico especialmente astuto se dé cuenta de que está ocurriendo algo extraño, combinado con pruebas negativas para todo lo demás. Por otro lado, los sistemas existentes se centran casi exclusivamente en patógenos conocidos, y podríamos mejorar mucho si utilizáramos sistemas de diagnóstico de patógenos capaces de detectar cualquier patógeno desconocido.
Un objetivo concreto sería algo sencillo: que un pequeño equipo de personas recogiera muestras de viajeros voluntarios de todo el mundo y luego realizara un análisis metagenómico completo para detectar cualquier elemento que pudiera ser peligroso.b Incluso recoger y analizar solo 100 muestras aleatorias al día podría cambiar mucho las cosas en algunos escenarios, ya que aun en tal caso sería posible detectar patógenos antes de que infectaran a una fracción demasiado grande de la población mundial. Creemos que, con el equipo adecuado, esto podría hacerse con tecnología muy similar a la actual por menos de 50 millones de dólares al año.c
Hay un puñado de cuellos de botella y varias formas de descomponer este problema. Para empezar con los subproblemas, uno de nosotros (Ethan) está trabajando en una lista de sugerencias, que enlazaremos aquí.
En la mayoría de los casos, el equipo de protección personal (EPP) no es lo suficientemente bueno. Por ejemplo, las máscaras y los trajes requieren entrenamiento para su colocación, no son reutilizables y, por lo general, están diseñados para usos rutinarios y no para los casos más extremos. La pequeña minoría de EPP diseñados para casos de uso extremo (por ejemplo, los trajes de nivel de bioseguridad 4 o el EPP de grado militar) son voluminosos, muy restrictivos e insuficientemente abundantes: no son el tipo de material que podría proteger fácilmente a millones de sanitarios, farmacéuticos u otros trabajadores esenciales en caso de necesidad. Parece plausible que, con una ciencia de materiales adecuada y un buen diseño del producto, podamos conseguir un EPP de nueva generación que sea, al mismo tiempo, muy eficaz en casos extremos, fácil de usar, resistente por largos periodos de tiempo y barato/abundante.
Un objetivo comercial concreto sería fabricar un traje (junto con el sistema que lo acompaña) diseñado para que las personas gravemente inmunodeprimidas puedan llevar una vida relativamente normal, a un costo lo suficientemente bajo como para convencer al gobierno estadounidense de que adquiera 100 millones de unidades para la Reserva Estratégica Nacional.d Otro objetivo sería que el traje cumpliera simultáneamente especificaciones de grado militar, por ejemplo, protección contra un impacto directo de ántrax.
El EPP tiene la ventaja de ser realmente “agnóstico respecto a los patógenos”: podemos almacenarlo antes de conocer la amenaza, a diferencia de las vacunas o muchas contramedidas médicas. También es “defensivamente estable” en el sentido de que las barreras físicas no se pueden eludir fácilmente mediante técnicas de ingeniería de patógenos (mientras que muchas contramedidas médicas se pueden contrarrestar con un poco de creatividad). Para más información, véase el artículo de Carl Shulman aquí.
Para empezar con los subproblemas del EPP, uno de nosotros (Ethan) publicará un artículo más profundo sobre el EPP en algún momento en el futuro (enlace próximamente).
Las contramedidas médicas (vacunas, antivíricos, anticuerpos monoclonales, etc.) contra los riesgos biológicos catastróficos presentan una serie de inconvenientes. En la mayoría de los casos están diseñadas para patógenos existentes (por ejemplo, las vacunas contra la viruela) y no servirían contra una nueva amenaza. Muchas contramedidas tampoco son sólidas contra la ingeniería deliberada (por ejemplo, aunque los antibióticos son de amplio espectro, pueden ser superados).
Creemos que con el tiempo podría haber oportunidades para mejorar radicalmente las contramedidas médicas frente a amenazas que constituyan riesgos biológicos catastróficos globales, ya sea 1) produciendo contramedidas específicas frente a amenazas especialmente preocupantes (o contramedidas de amplio espectro frente a una clase de amenazas), o 2) creando plataformas de respuesta rápida que sean eficaces incluso contra actores malintencionados.
Sin embargo, todavía no estamos preparados para recomendar las contramedidas médicas como área de interés general para proyectos a gran escala, en parte porque muchos proyectos en este espacio tienen riesgos secundarios indeseados (por ejemplo, las plataformas que utilizan vectores víricos pueden acelerar la tecnología de ingeniería vírica). Si te entusiasma la idea de trabajar en este ámbito, rellena el formulario de Google (aquí) y quizá podamos ofrecerte un asesoramiento más personalizado.
En la actualidad, la Convención sobre las Armas Biológicas (CAB) —el tratado internacional que prohíbe las armas biológicas— solo cuenta con cuatro personas y carece de cualquier forma de verificación. Creemos que hay más margen para ensayar formas creativas de reforzar el tratado (por ejemplo, con premios a las denuncias de irregularidades), o para crear nuevos acuerdos bilaterales y evitar la parálisis burocrática. Además, un equipo de personas que analice fuentes abiertas (por ejemplo, registros de publicaciones, especificaciones de trabajo, cadenas de suministro de equipos) podría dificultar que un laboratorio realizara investigaciones nocivas impunemente, reforzando así el tratado.
Las técnicas de esterilización que se basan en principios físicos (por ejemplo, la radiación ionizante) o en propiedades antisépticas generales (por ejemplo, el peróxido de hidrógeno o el cloro) y no en detalles moleculares (por ejemplo, los antibióticos gramnegativos) tienen la ventaja de ser ampliamente aplicables, difíciles de alterar y poco susceptibles de doble uso.
Las tecnologías existentes para la esterilización física (por ejemplo, la luz ultravioleta, las aplicaciones de la ciencia de materiales para construir superficies antimicrobianas, etc.) tienen diferentes limitaciones en términos de costos, conveniencia y practicidad, y creemos que esta es un área poco explorada en el ámbito de la prevención y del desarrollo de contramedidas. Nos quedan muchas incertidumbres por resolver aquí, pero creemos que es muy valioso investigarlo.
Los búnkeres actuales proporcionan bastante protección, pero creemos que podría haber margen para refugios especialmente diseñados que protejan contra pandemias catastróficas (por ejemplo, si adoptan ciclos de permanencia en los que alternen equipos de personas que al entrar y salir se sometan a pruebas agnósticas respecto a los patógenos; si incluyen un “paquete de reinicio de la civilización”; y posiblemente incluso si cuentan con la capacidad de desarrollar y desplegar contramedidas biológicas desde el espacio protegido). De este modo, una parte de la población humana siempre estará, de hecho, en cuarentena preventiva.
Otra forma de plantear esto: mucha gente piensa que reduciríamos sustancialmente el riesgo biológico si tuviéramos un asentamiento autosuficiente en Marte (y básicamente estamos de acuerdo). Si ese fuera el caso, sería mucho más barato poner exactamente la misma infraestructura en la Tierra, que proporcionaría casi la misma protección.
El siguiente paso sería crear una organización especializada en las operaciones, la logística y las relaciones con los contratistas imprescindibles para construir un refugio con las prestaciones necesarias (sobre la base de una investigación superficial, uno de nosotros, Andrew Snyder-Beattie, estimó que la financiación rondaría los 100–300 millones de dólares por búnker, aunque Andrew no contaba con experiencia en logística ni tiempo suficiente para profundizar el análisis). Tenemos algunas ideas más en desarrollo que enlazaremos aquí más adelante, pero mientras tanto rellena el formulario si estás interesado.
Queremos destacar algunas cosas:
A pesar de que nos parece que algunas intervenciones en materia de bioseguridad son muy prometedoras y tienen potencial para aplicarse a gran escala, no creemos necesario que la bioseguridad deba acaparar una fracción sustancialmente mayor de los esfuerzos largoplacistas que se le dedican actualmente. Desde una perspectiva puramente largoplacista, creemos que la IA podría ser entre 10 y 100 veces más importante que la bioseguridad, aunque resolver los problemas que plantea la bioseguridad podría ser más tratable que resolver los que plantea la IA (posiblemente por un factor grande). La bioseguridad también es atractiva como área de trabajo por razones no largoplacistas, como la importancia de prevenir catástrofes menores que no llegan a poner fin a la civilización, pero que siguen siendo terribles (por ejemplo, una pandemia de COVID entre 10 y 100 veces más letal). Por tanto, creemos que podría ser relativamente más atractiva para quienes prefieren centrarse en el impacto sobre la generación presente.
Una vez más, rellena este formulario de coordinación para recibir información sobre novedades y oportunidades.
Agradecemos a Chris Bakerlee, Jamie Balsillie, Kevin Esvelt, Kyle Fish, Cate Hall, Holden Karnofsky, Grigory Khimulya, Mike Levine y Carl Shulman sus comentarios sobre este artículo.
Esta es una traducción directa del artículo original, publicado bajo licencia CC BY 4.0.