El argumento a favor del largoplacismo y la salvaguarda del futuro
Si fuésemos capaces de vislumbrar el futuro, ¿qué veríamos?
Quizá veríamos un mundo sin dolor ni enfermedades en el que la biotecnología y la medicina genética son capaces de curar la gran mayoría de las dolencias, permitiendo a todo el mundo gozar de una vida sana y prolongada.
Quizá veríamos un mundo donde el crecimiento económico hubiera erradicado la pobreza extrema, en el que enfermedades comunes como la malaria y la diarrea fueran cosas del pasado, y en el que cada niño tuviera la oportunidad de recibir una buena educación y de alcanzar su potencial.
Quizá veríamos un mundo donde nuevos alimentos hechos a base de plantas o cultivados en laboratorios hubieran acabado con la ganadería industrial y, en consecuencia, con la crueldad animal a gran escala.
Mirando un poco más allá, quizá veríamos un mundo en el que la humanidad hubiera llegado a las estrellas y comenzado a expandirse a otros planetas y sistemas solares. Quizá veríamos avances tecnológicos inconcebibles, como viajes espaciales superrápidos, incrementos cognitivos y agentes inteligentes automatizados, todo ello en aras de potenciar el proyecto humano y de mejorar la vida tanto como sea posible.
Si todo sale bien, la humanidad será capaz de crear un mundo donde el bienestar, la felicidad y la sabiduría reinen por encima de la pobreza y la ignorancia. Y apenas estamos comenzando: la humanidad tiene unos 200 000 años, y a la Tierra aún le quedan cientos de millones de años. Si en el futuro algunos humanos abandonan la Tierra y conquistan el universo, la humanidad podría sobrevivir por miles de millones de años.
Sin embargo, nada de esto está garantizado. Si sufrimos un desastre catastrófico o nos quedamos estancados en un estado menos avanzado, nuestro futuro —y todo el valor que conlleva— se perderá para siempre. Es por eso que creemos que apoyar a organizaciones que están trabajando para garantizar la supervivencia de la humanidad y mejorar nuestro futuro a largo plazo es una de las cosas más valiosas que pueden hacer los filántropos.
El largoplacismo es, a grandes rasgos, la idea de que el impacto contrafáctico totala de nuestras acciones está determinado principalmente por el efecto que estas tienen en el futuro a muy largo plazo.b El argumento a favor del largoplacismo en el ámbito de la filantropía se basa en tres premisas clave:1
Las personas del futuro importan;
Habrá muchas personas en el futuro; y
Podemos tener un impacto significativo en sus vidas
En primer lugar, las personas del futuro importan. Esta premisa es bastante convencional por varias razones. Por lo general, se considera que las vidas de todas las personas valen lo mismo, sin importar dónde o en qué circunstancias hayan nacido, de modo que creer que el cuándo tampoco importa no implica un gran cambio de paradigma. Por ejemplo, las campañas en defensa del medio ambiente suelen expresarse en términos de proteger a las personas del futuro. La preocupación por los desechos nucleares y el cambio climático suelen centrarse en los efectos que tendrán en las generaciones futuras.
En segundo lugar, habrá muchas personas en el futuro. Dado que la Tierra seguirá siendo habitable por cientos de millones de años y que la humanidad podría extenderse a otras partes del universo, el futuro podría incluir una enorme cantidad de vidas. Si tomamos en cuenta la cantidad de espacio y de tiempo que tenemos para expandirnos,c el número de personas que vivan en el futuro podría llegar a 1032. Un número de esta magnitud es literalmente incomprensible. Es billones de billones de veces el número de personas que viven actualmente. Para expresarlo de otro modo, podríamos acercarnos a ese número si tomáramos el número de granos de arena que hay en la Tierra y lo multiplicáramos por el número de estrellas que hay en nuestra galaxia.d Si creemos que la calidad de esas vidas importa, entonces deberíamos preocuparnos mucho por la forma en que nuestras acciones podrían afectarlas.
En tercer lugar, podemos tener un impacto significativo en sus vidas. Desde luego, cambiar el futuro parece extremadamente difícil. Para tener un impacto significativo a largo plazo, los efectos de una determinada política o de un determinado programa tendrían que durar cientos o miles de años sin revertirse o anularse. Hay algunas acciones que pueden tener un impacto de ese tipo, como la creación de una constitución, por ejemplo. Una forma más directa de influir en las vidas de todas esas personas que están por venir es aumentar la probabilidad de que existan.
Actualmente, nuestra especie parece vulnerable a una serie de amenazas que podrían exterminarnos o causar daños irreversibles a nuestra civilización. Estos riesgos existenciales van desde impactos de asteroides hasta impactos catastróficos e inesperados de las nuevas tecnologías, como la ingeniería genética o la inteligencia artificial. Si alguno de estos desastres se materializara, no solo se perderían las vidas de todos los que vivimos hoy, sino también las de todos los que vivirán en el futuro.
Vale la pena reflexionar sobre lo terrible que sería esto. Al comienzo de este artículo hablábamos de lo maravillosa que podría ser la vida en el futuro. ¿Qué cosas hacen que valga la pena vivir? Las relaciones que construimos, el arte que disfrutamos, las conexiones que establecemos con la naturaleza, el sentido de propósito que encontramos en nuestro trabajo y en la filantropía. El amor, la justicia, la creatividad, la felicidad: todo eso podría existir a una escala que por el momento no podemos siquiera imaginar. Nos queda tanto por explorar y por experimentar… pero en un instante, podríamos perderlo todo.
Por fortuna, podemos hacer algo al respecto: podemos apoyar a las organizaciones que trabajan para salvaguardar ese futuro. Estas organizaciones representan algunas de las mejores oportunidades de donación que hemos encontrado.
Estas oportunidades nos parecen sumamente prometedoras no solo por la importancia de los problemas en que se centran, sino también porque estos problemas, y el largoplacismo en general, están muy desatendidos por los gobiernos, las personas y los filántropos. Para darnos una idea, la humanidad gasta mucho más dinero al año en helados que en reducir el riesgo existencial.2
Hay razones evidentes que explican esta desatención. En primer lugar, algunos de los argumentos en favor de enfocarse en el futuro son poco intuitivos. Nuestro cerebro funciona mal cuando intenta comprender números enormes. Somos insensibles al alcance y no sentimos instintivamente que mil millones de veces más vidas sean mil millones de veces más importantes. En segundo lugar, salvaguardar el futuro es un bien público global e intergeneracional. Los esfuerzos en este ámbito benefician a todas las personas que viven actualmente y a todas las que vendrán, de modo que quien los financie capturará solamente una fracción minúscula de los beneficios totales. Incluso los gobiernos, que suelen ser los encargados de suministrar bienes públicos, no invierten lo suficiente porque las personas del futuro no pueden votar ni ejercer presión para que sus intereses se vean representados. Esto significa que hay motivos de sobra para que los filántropos que deseen hacer el mayor bien posible sin reparar en sus preferencias personales, o en los beneficios que pudieran obtener, se involucren.
Actualmente, recomendamos cinco oportunidades de financiar causas largoplacistas de alto impacto. Sin ningún orden en particular, son las siguientes:
Los programas de bioseguridad de la Nuclear Threat Initiative
La investigación sobre pronosticación del laboratorio del profesor Philip Tetlock
El Center for Security and Emerging Technologies de la Universidad de Georgetown
El Center for Health Security de la Universidad Johns Hopkins
Cada una de estas organizaciones está trabajando para reducir los graves riesgos asociados a las tecnologías emergentes a fin de salvaguardar nuestro futuro.
Si bien reducir los riesgos existenciales puede ser el modo más directo de beneficiar el futuro a largo plazo, no es el único que vale la pena explorar. Nuestro equipo de investigación también está buscando oportunidades de financiación en otras áreas e ideando nuevas maneras de aumentar el impacto a largo plazo.
Por ejemplo, en un informe reciente, abogamos por invertir para donar: invertir nuestros recursos financieros hoy para que puedan usarse para hacer un bien mayor el día de mañana. Los retornos a la inversión permitirían donar cantidades mayores en el futuro. Y lo que es más importante, tal vez habrá oportunidades de donar todavía mejores. Dado que con el tiempo esperamos aprender más sobre cómo influir de la mejor manera en el futuro a largo plazo, esto resulta especialmente relevante para la filantropía largoplacista. No obstante, garantizar que los fondos invertidos se usen en el futuro para financiar las mejores oportunidades de donación no es cosa sencilla. Es por esto que en Founders Pledge estamos planteando crear un fondo de inversión a largo plazo para nuestros miembros, diseñado para optimizar el impacto a largo plazo.
Para los filántropos que buscan hacer el mayor bien posible, pocas oportunidades parecen tan importantes como aumentar la probabilidad de que la humanidad alcance su potencial. Las oportunidades de donación que recomendamos en este espacio están desatendidas y, en consecuencia, ofrecen a los filántropos una excelente oportunidad para tener un enorme impacto. Tenemos previsto ampliar estas recomendaciones en los próximos meses, y esperamos que nos acompañen en este importante viaje.
Informe de Founders Pledge sobre salvaguardar el futuro;
Entrevista de Founders Pledge con Great.com sobre la importancia de adoptar un enfoque largoplacista y mitigar las amenazas existenciales.