Alegremente
Cuando era joven, me impresionó mucho darme cuenta de que mi decisión de donar o no significaba la diferencia entre la vida y la muerte de otra persona. Muchas decisiones empezaron a parecerme totalmente equivocadas.
Recuerdo que le dije a mi padre que había decidido que sería inmoral tener hijos, porque me quitarían gran parte del tiempo y del dinero que podría dedicar a mejores causas. “No parece que este estilo de vida vaya a hacerte feliz”, me dijo.
“Mi felicidad no es lo importante”, le dije.
Unos años más tarde, me sentía profundamente amargada por la decisión que había tomado. Siempre había querido ser madre y me sentía frustrada. Me sentía enferma y desdichada. Veía el resto de mi vida más como una obligación que como una alegría.
De modo que Jeff y yo resolvimos que no valía la pena sufrir tanto por esto. Decidimos destinar para nuestros gastos personales lo suficiente como para permitirnos criar a un niño. Al repasar las entradas de mi diario de antes y después de la decisión, me sorprende la gran diferencia que supuso en mi perspectiva. Inmediatamente después de darnos permiso para ser padres, volví a sentir entusiasmo por el futuro. No sé cuándo vamos a tener un hijo, pero la mera posibilidad me ayuda a sentir que todo va a estar bien. Y sospecho que esa sensación de satisfacción con mi propia vida me permite ayudar más al mundo que si hubiera sido una altruista maltrecha.
Asisto a reuniones de cuáqueros desde hace diez años. El fundador, George Fox, dio a sus seguidores este consejo en 1658: “Sean modelos, sean ejemplos en todos los países, lugares, islas y naciones de dondequiera que vengan; que sus conductas y sus vidas puedan predicar entre todo tipo de personas, y a ellos; entonces podrán caminar alegremente por el mundo, respondiendo a lo que hay de Dios en cada persona; con lo que en ellos serán una bendición.”
Los cuáqueros han tendido a enfatizar la parte de “lo que hay de Dios en cada persona”, con sus implicaciones sobre la igualdad: ¿cómo podemos tener derecho a tener esclavos, por ejemplo, si el esclavo tiene un elemento de lo divino en él?
Pero mi parte favorita es la palabra “alegremente”. Fox sufrió cárceles y golpes por sus creencias religiosas: ciertamente tenía derecho a sentirse amargado. Luego el cuaquerismo se volvió adusto y severo, pero George Fox no tenía nada que ver con eso.
Hay cosas que puedo hacer alegremente. Resulta que renunciar a los niños no era una de ellas. Otras personas no tendrían ningún problema en renunciar a la paternidad, pero sospecho que todo el mundo tiene algo cuyo sacrificio le causaría un enorme dolor.
Así que pon a prueba tus límites y averigua qué podrías cambiar para ayudar a los demás sin que el costo sea demasiado alto. Pero cuando descubras que algo te amarga, detente. El altruismo eficaz no consiste en tomar decisiones que arruinen tu vida. No queremos que las personas hagan sacrificios que las consuman y las vuelvan desdichadas. Queremos personas que puedan caminar alegremente por el mundo, o al menos que hagan todo lo posible para lograrlo.