Obligar a las creencias a pagar el alquiler
Así comienza una antigua parábola:
Si un árbol cae en un bosque y nadie lo oye caer, ¿hace ruido? Uno dice: “Sí, puesto que produce vibraciones en el aire”. Otro dice: “No, porque no hay ningún cerebro en el que pueda procesarse el sonido”.
Si existe una habilidad fundacional en el arte marcial de la racionalidad, una actitud cognitiva sobre la que descansan todas las demás técnicas, podría ser esta: la capacidad de detectar, dentro de tu propia cabeza, señales psicológicas de que tienes un mapa mental de algo y señales de que no lo tienes.
Supongamos que, tras la caída de un árbol, nuestros dos filósofos se adentran juntos en el bosque. ¿Esperará uno de ellos que el árbol se haya caído hacia la izquierda y el otro que se haya caído hacia la derecha? Supongamos que, antes de que caiga el árbol, dejan un grabador de sonido junto al árbol. ¿Esperarán oír cosas distintas al reproducir la grabadora? Supongamos que conectan un electroencefalógrafo a cualquier cerebro en el mundo. ¿Esperarán observar líneas diferentes?
Aunque los dos discutan, y uno diga “no” mientras que el otro dice “sí”, no anticipan ninguna experiencia diferente. Los dos piensan que tienen modelos diferentes del mundo, pero no presentan ninguna diferencia con respecto a lo que esperan que les ocurra; sus mapas del mundo no divergen en ningún detalle sensorial.
Es tentador intentar eliminar esta clase de error insistiendo en que el único tipo legítimo de creencia es una anticipación de la experiencia sensorial. Pero, de hecho, el mundo contiene muchas cosas que no se perciben directamente. No vemos los átomos que subyacen al ladrillo, pero los átomos están ahí efectivamente. Hay un suelo bajo tus pies, pero tú no experimentas el suelo directamente; ves la luz reflejada del suelo, o mejor dicho, ves lo que tu retina y tu corteza visual han procesado de esa luz. Inferir el suelo a partir de ver el suelo es retroceder a las causas invisibles de la experiencia. Puede parecer un paso muy corto y directo, pero no deja de ser un paso.
Estás en la cima de un alto edificio, junto a un reloj de pie que marca las horas, los minutos y los segundos. En tu mano tienes una bola de boliche y la dejas caer desde el tejado. ¿En qué segundo oirás el choque de la bola contra el suelo?
Para responder con precisión, debes utilizar creencias como la gravedad de la Tierra es de 9,8 metros por segundo por segundo y este edificio tiene unos 120 metros de altura. Estas creencias no son anticipaciones mudas de una experiencia sensorial: son verbales, proposicionales. Probablemente no sea muy exagerado describir estas dos creencias como enunciados formados por palabras. Pero de estas dos creencias se infiere una consecuencia que es una anticipación sensorial directa: si el segundero está en el 12 cuando dejas caer la bola, anticipas que la verás en el 1 cuando oigas el choque cinco segundos después. Para anticipar las experiencias sensoriales con la mayor precisión posible, debemos procesar creencias que no son anticipaciones de la experiencia sensorial.
Es una gran fortaleza del Homo sapiens que podamos, mejor que cualquier otra especie del mundo, aprender a modelar lo invisible. También es uno de nuestros grandes puntos débiles. Los humanos solemos creer en cosas que no solo son invisibles, sino irreales.
El mismo cerebro que construye una red de causas inferidas detrás de la experiencia sensorial también puede construir una red de causas que no esté conectada a la experiencia sensorial o que esté mal conectada. Los alquimistas creían que el flogisto causaba el fuego —podríamos crear un modelo simplista de sus mentes dibujando un pequeño nodo denominado “flogisto” y una flecha desde este nodo hasta su experiencia sensorial de una hoguera crepitante—, pero esta creencia no producía predicciones anticipadas; el vínculo entre el flogisto y la experiencia siempre se configuraba después de la experiencia, en lugar de restringir la experiencia de antemano.
O supongamos que tu profesor de literatura te enseña que el famoso escritor Wulky Wilkinsen es en realidad un “autor retroposicional”, lo que se puede saber porque sus libros muestran una “resublimación alienada”. Quizá tu profesor sepa todo esto porque su profesor se lo dijo, pero todo lo que es capaz de decir sobre la resublimación es que es característica del pensamiento retroposicional, y de la retroposicionalidad que está marcada por la resublimación alienada. A la luz de todo esto, ¿qué debes esperar de los libros de Wulky Wilkinsen?
Nada. La creencia, si puedes llamarla así, no está en absoluto conectada con la experiencia sensorial. Pero será mejor que recuerdes las afirmaciones proposicionales de que “Wulky Wilkinsen” tiene el atributo de “retroposicionalidad” y también el de “resublimación alienada”, para que puedas regurgitarlas en el próximo examen. Las dos creencias están conectadas entre sí, aunque todavía no estén conectadas a ninguna experiencia anticipada.
Podemos construir redes enteras de creencias que solo están conectadas entre sí: llamémoslas creencias “flotantes”. Se trata de un defecto exclusivamente humano entre las especies animales, una perversión de la capacidad del Homo sapiens para construir redes de creencias más generales y flexibles.
La virtud racionalista del empirismo consiste en preguntarse constantemente qué experiencias predicen -o mejor aún, prohíben- nuestras creencias. ¿Crees que el flogisto es la causa del fuego? Entonces, ¿qué esperas que ocurra a causa de ello? ¿Crees que Wulky Wilkinsen es un autor retroposicional? Entonces, ¿qué esperas ver a causa de ello? No, la respuesta no es “resublimación alienada”: lo que queremos saber es qué experiencia te ocurrirá. ¿Crees que si un árbol cae en el bosque y nadie lo oye, sigue haciendo ruido? Entonces, ¿qué experiencia debe ocurrirte?
Es aún mejor preguntar: ¿qué experiencia no debe ocurrirte? ¿Crees que el élan vital explica la misteriosa vitalidad de los seres vivos? Entonces, ¿qué es lo que esta creencia no permite que ocurra? ¿Qué es lo que falsearía definitivamente esta creencia? La respuesta “nada” significa que tu creencia no restringe la experiencia: permite que te ocurra cualquier cosa. Tu creencia flota.
Cuando argumentes sobre una cuestión aparentemente fáctica, ten siempre presente cuál es la diferencia de anticipación sobre la que estás argumentando. Si no puedes encontrar la diferencia de anticipación, probablemente estés discutiendo sobre etiquetas en tu red de creencias, o peor aún, sobre creencias flotantes: lapas aferradas a tu red. Si no sabes qué experiencias implica que la escritura de Wulky Wilkinsen sea retroposicional, puedes seguir discutiendo eternamente.
Sobre todo, no preguntes qué creer: pregunta qué anticipar. Toda cuestión de creencia debe fluir de una cuestión de anticipación, y esa cuestión de anticipación debe ser el centro de la investigación. Toda conjetura de creencia debe comenzar fluyendo hacia una conjetura de anticipación específica y debe continuar pagando el alquiler en anticipaciones futuras. Si una creencia se vuelve morosa, desalójala.
Esta es una traducción directa del artículo original, publicado bajo licencia CC BY 4.0.