Tres formas de hacer avanzar la ciencia
Existen tres formas de contribuir al progreso científico. La forma directa es realizar un buen estudio científico y publicar sus resultados. La forma indirecta es ayudar a otros a que hagan una contribución directa. Los editores de revistas, los administradores universitarios y los filántropos que financian la investigación contribuyen al progreso científico de esta segunda manera. Un tercer enfoque es unir las dos primeras formas de contribución y hacer un avance científico que, a su vez, acelere los avances científicos. La verdadera importancia de este tercer enfoque suele pasarse por alto.
Por supuesto, se reconoce ampliamente que ciertas contribuciones académicas sientan las bases teóricas o empíricas para futuros trabajos. Una razón por la que un gran científico como Einstein es célebre es que sus descubrimientos han permitido a otros miles de científicos abordar problemas que no se podrían haber resuelto sin la teoría de la relatividad.
Sin embargo, incluso esta teoría profunda y hermosa es, en cierto sentido, muy restringida. Si bien la relatividad es de gran ayuda en cosmología y en algunas otras áreas de la física, es de poca utilidad para un genetista, un paleontólogo o un neurocientífico. La teoría de la relatividad general es, por lo tanto, un aporte importante, pero no decisivo, para la labor científica considerada en su conjunto.
Algunos descubrimientos tienen una mayor aplicabilidad. El propio método científico, la idea de crear hipótesis y someterlas a pruebas empíricas estrictas, es uno de ellos. Muchos de los resultados básicos de la estadística también tienen una aplicabilidad muy amplia. Además, algunos instrumentos científicos, como el termómetro, el microscopio y la computadora, han demostrado ser enormemente útiles en una amplia gama de campos. También se deberían tener en cuenta innovaciones institucionales, como las revistas académicas revisadas por pares.
Quienes buscan el progreso del conocimiento humano deberían centrarse más en estos tipos de aportes indirectos. Un aporte “superficial” que facilita el trabajo en una amplia variedad de campos puede ser mucho más valioso que un aporte relativamente “profundo” limitado a un campo reducido, del mismo modo en que un lago puede contener mucha más agua que un pozo, aunque el pozo tenga mayor profundidad.
Ningún aporte tendría una aplicabilidad más generalizada que uno que mejorara el rendimiento del cerebro humano. Se debería dedicar mucho más esfuerzo al desarrollo de técnicas para la mejora de la cognición, ya se trate de medicamentos para mejorar la concentración, la energía mental y la memoria, o de enriquecimientos nutricionales de las fórmulas para bebés que optimicen el desarrollo cerebral. La sociedad invierte enormes recursos en educación con el objetivo de mejorar las capacidades cognitivas de los alumnos. ¿Por qué, entonces, invierte tan poco dinero en estudiar la biología de maximizar el rendimiento del sistema nervioso humano?
Imaginemos que un investigador inventara un medicamento de bajo costo que fuera totalmente seguro y que mejorara el rendimiento cognitivo general en tan solo un 1 %. El incremento difícilmente sería evidente en un individuo aislado. Pero si los 10 millones de científicos del mundo tuvieran acceso a ese medicamento, el inventor aumentaría la tasa del progreso científico en una cantidad equivalente a agregar 100 000 nuevos científicos, como mínimo. (De hecho, hay buenas razones para pensar que el efecto sería todavía mucho mayor.) Cada año, la invención equivaldría a un aporte indirecto igual a más de 100 000 veces lo que aporta el científico promedio. Ni siquiera un Einstein o un Darwin en la cima de sus capacidades podría tener un impacto tan grande. Mientras tanto, otras personas también se beneficiarían de poder pensar mejor, como ingenieros, alumnos, contadores y políticos.
Este ejemplo ilustra el enorme potencial que tiene mejorar la cognición humana incluso en un grado mínimo. Quienes se toman en serio la búsqueda del avance del conocimiento y del entendimiento del ser humano deben “hacer números”. Mejores instituciones académicas, metodologías, instrumentación y especialmente la mejora de la cognición son las vías rápidas hacia el progreso científico.