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Cómo podría la IA tomar el poder en dos años

por Joshua Clymer
IA transformadoraPronosticación de la IARiesgo asociado a la IA
Un hombre con un antifaz para dormir duerme la siesta en una silla de oficina frente a dos monitores de ordenador que muestran código. A través de una gran ventana, se ve un paisaje urbano nublado con un prominente rascacielos puntiagudo.

No soy un “agorero” nato. Pero, por desgracia, parte de mi trabajo como investigador de seguridad de la IA consiste en pensar en los escenarios más inquietantes.

Soy como un mecánico haciendo comprobaciones de última hora antes de que despegue el Apolo 13. Si pides mi opinión sobre la situación, no comentaré la calidad del entretenimiento a bordo, ni describiré lo hermosas que parecerán las estrellas desde el espacio.

Te diré lo que podría salir mal. Eso es lo que pretendo hacer en esta historia.

Ahora debo aclarar de qué se trata exactamente. No es una predicción. No espero que el progreso de la IA sea tan rápido ni tan rebelde como lo retrato. Tampoco es pura fantasía.

Es mi peor pesadilla.

Es una muestra de los futuros que se encuentran entre los más devastadores y, en mi opinión, alarmantemente plausibles,⁠a los que más me quitan el sueño.

Cuento esta historia porque el futuro aún no está decidido. Espero que, con un poco de previsión, podamos mantener esta historia como una ficción.

Gracias a Daniel Kokotajlo, Thomas Larsen, Ryan Greenblatt y otros por las conversaciones que inspiraron estas historias. Este artículo está escrito a título personal.

Ondas que anticipan las olas

Febrero de 2025. OpenEye ha publicado recientemente un nuevo modelo de IA al que llama U2. El producto y el nombre se parecen. Ambos son incrementos del pasado. Ninguno es del todo sorprendente.

Sin embargo, a diferencia de los anteriores productos de IA de OpenEye, que vivían dentro de las cajas de sus ventanas de chat, U2 puede utilizar una computadora.

A algunos usuarios les resulta espeluznante ver cómo su navegador parpadea a intervalos irregulares y su ratón se mueve a velocidades inhumanas, como si hubiera un fantasma ante el teclado. Una parte de los trabajadores encargados de completar formularios sorprende a sus jefes al realizar el trabajo casi el doble de rápido.

Pero en general, U2 sigue siendo una herramienta especializada. Para la mayoría de los que están prestando atención, es una criatura observada a través de las cajas de cristal de X (o, si no te gusta Elon, “Twitter”). A veces, los extravagantes comportamientos de U2 provocan risas. A veces, llevan a rascarse la barbilla con preocupación.

Una persona con auriculares está sentada ante un ordenador, viendo un software que muestra un modelo 3D de un avatar femenino que también lleva auriculares.

Mientras tanto, los científicos trazan líneas en los gráficos, como les gusta hacer a los científicos. Los científicos intentan comprender hacia dónde se dirige el progreso de la IA. Son como Svante Arrhenius, el físico sueco que en 1896 se dio cuenta de que los niveles de CO2 en la atmósfera estaban aumentando. Al igual que la comunidad científica de la época de Arrhenius, pocos expertos comprenden aún las implicaciones de estas líneas.

El gráfico muestra cómo aumenta exponencialmente el tiempo que necesitan los humanos para completar tareas donde la IA tiene 50 % de éxito. Con un tiempo de duplicación de 53 días, la ventaja humana disminuye rápidamente entre 2023 y 2025.

Una tendencia que está recibiendo especial atención es la capacidad autónoma. Extrapolando estos benchmarks se predice que, a finales de 2026, los agentes de IA realizarán en unos días lo que los mejores ingenieros de software podrían hacer en dos semanas. En uno o dos años, dicen algunos, los agentes de IA podrían ser capaces de automatizar el 10 % de los trabajadores remotos.

Muchos se muestran escépticos. Si esto fuera cierto, las acciones tecnológicas se dispararían. Es un salto demasiado grande y demasiado rápido.

Pero otros consideran que lo que los escépticos llaman “un chapoteo demasiado grande” es una mera onda, y ven un maremoto en el horizonte.

Nublado con probabilidad de crecimiento hiperbólico

Mientras tanto, OpenEye está ocupada entrenando a U3. Utilizan la misma receta sencilla que dio lugar a U2: generar miles de problemas matemáticos y de programación; dejar que los modelos “piensen” hasta que lleguen a una respuesta; a continuación, reforzar los rastros de “pensamiento” que conducen a las mejores calificaciones.

Este proceso se repite una y otra vez, y en cuanto el volante de inercia se pone en marcha, empieza a girar casi por sí solo. A medida que U2 se entrena, va esculpiendo tareas más desafiantes y realistas a partir de repositorios de GitHub en Internet. Los modelos están aprendiendo a entrenarse solos. Mucho antes de que los agentes de IA pudieran automatizar la investigación, había comenzado un tipo gradual de “automejora”.

Algunos ingenieros aún apenas podían creer que esto funcionara. Es como una máquina de movimiento perpetuo. Seguramente la inteligencia no puede surgir de un conjunto de silicio y electricidad, sin contacto con el mundo físico excepto a través de los desechos de la sociedad vertidos en Internet.

Y, sin embargo, los números de los benchmarks siguen subiendo día tras día.

Durante la mayor parte de 2024, estos ciclos de entrenamiento de aprendizaje por refuerzo costaron alrededor de 1 millón de dólares, y a veces 10 millones. Los ciclos eran poco más que exploratorios. Pero en 2025, los investigadores de OpenEye (y de todo el mundo) sabían que habían encontrado la fórmula secreta. Había llegado el momento de ampliar la escala.

Durante la primera mitad de 2025, los ciclos de entrenamiento de aprendizaje por refuerzo de 10 millones de dólares se convirtieron en ciclos de 50 millones de dólares, y luego en ciclos de 100 millones de dólares. Mientras que U2 podía hacer un poco de procesamiento de datos y ejecutar pequeños experimentos, este nuevo modelo —el modelo que los investigadores llaman U3— está cambiando la vida diaria del personal técnico.

U3 es como un becario relámpago, y los ingenieros están aprendiendo a manejar su energía incansable. Los investigadores navegan por las terminales, dando órdenes concisas, como el director general de una empresa orquestando al personal a través de los canales de Slack.

Un hombre con gafas está sentado en un escritorio, escribiendo en un teclado mientras ve código en seis monitores de ordenador.

En octubre de 2025, U3 escribe casi todo el código en OpenEye. Los investigadores casi nunca se ven atascados por la implementación. Más que nunca, el poder de cómputo es el elemento vital del desarrollo de la IA, y el “cuello de botella” es decidir cómo utilizarlo.

Si se le ordena, U3 puede realizar experimentos, pero U3 no tiene un gusto tan refinado como los investigadores humanos de OpenEye. Le cuesta establecer prioridades entre las ideas de investigación, por lo que los humanos siguen decidiendo dónde explorar los vastos campos de algoritmos para extraer mejoras de eficiencia.

Pero estos investigadores trabajan muchas horas para quedarse sin trabajo. Necesitan agentes de IA que puedan pensar hacia adelante, así que los ingenieros entrenan a los agentes para que hagan pronósticos. Retienen los datos de entrenamiento anteriores a 2024, instruyendo a los modelos para que reflexionen durante horas para predecir los acontecimientos de 2025. Luego, aplican el mismo truco que antes, destilando la reflexión en una reacción instintiva. La capacidad de pronosticación es una base amplia. Los investigadores construyen habilidades especializadas de investigación de aprendizaje automático sobre ella, entrenando a U3 para predecir los resultados de cada artículo académico y experimento de aprendizaje automático jamás registrado.

El personal técnico de OpenEye se sorprende ahora de la frecuencia con que los consejos de U3 suenan como los de sus compañeros más talentosos, o del hecho de que cuando son opacos y extraños (“entrena con ruido aleatorio antes de programar”), sean, sin embargo, correctos.

Las incompetencias de U3 que atascaban las tuberías del progreso de la investigación están empezando a disolverse, y está brotando un torrente de optimizaciones. La mayoría de los experimentos que realiza U3 ya no son solicitados por un humano. Son totalmente autónomos, y los empleados de OpenEye revisan superficialmente el 1 % de ellos, quizá menos.

A medida que se acercan los meses de invierno de diciembre de 2025, las nubes se ciernen sobre San Francisco por las tardes. Los programadores competitivos de otra época miran por sus ventanas, con excitación, con miedo, pero la mayoría de las veces, con confusión. Su mundo gira demasiado deprisa. Es difícil saber qué hacer, qué decir, qué mirar en la pantalla de la computadora.

Vista del horizonte de San Francisco a través de una ventana cubierta de gotas de lluvia. La ciudad parece gris bajo un cielo nublado, con la bahía visible más allá de los edificios.

También en Washington se avecinan tormentas. Personal de alto nivel de la Agencia de Seguridad Nacional y del Cibercomando de Estados Unidos colaboran con OpenEye para dotar de una apariencia de seguridad a los pesos de U3 antes de que los altos dirigentes de China, Rusia, Israel, Corea del Norte o Irán se den cuenta de lo valioso que se ha vuelto el software de OpenEye.

Y hay un hecho aún desconocido para la mayor parte del mundo (sin incluir las oficinas de OpenEye, los pasillos de la Casa Blanca y el Pentágono). Es un hecho sobre esas “líneas rectas” de las que se hablaba a principios de 2025. Las líneas ya no son rectas.

Se están curvando hacia arriba.

Este gráfico ilustra un escenario hipotético de “explosión de inteligencia”, que muestra un crecimiento exponencial del “cómputo efectivo” (normalizado a GPT-4) de 2018 a 2030. Sugiere una rápida aceleración de las capacidades de la IA, que podría conducir a la “Investigación automatizada de la IA” y a la “Superinteligencia” antes de 2030.

Filósofos inestables

A finales de 2025, se lanza U2.5. Los modelos comerciales vuelven a subir de nivel en saltos mayores. En parte, esto se debe a que el progreso se está acelerando. En parte, se debe a que los modelos se han convertido en una responsabilidad para OpenEye.

Si U1 explicara cómo cocinar metanfetamina o escribiera literatura erótica, el público de X se divertiría o fingiría estar preocupado. Pero U2.5 es otra cosa. Lanzar este modelo sin salvaguardias sería como inducir a Ted Kaczynski a hacer un doctorado sobre la fabricación de armas químicas. Sería como dar a cualquiera con más de 30 000 dólares su propio centro de estafa de 200 personas.

Así que, aunque U2.5 llevaba tiempo cociéndose, necesitaba algo de tiempo para enfriarse. Pero a finales de 2025, OpenEye está listo para lanzarlo públicamente.

El director general de OpenEye declara: “Hemos logrado la inteligencia artificial general”, y aunque mucha gente cree que ha cambiado de objetivo, el mundo sigue impresionado. U2.5 es realmente un sustituto inmediato para algunos (el 20 %) de los trabajadores del conocimiento y un asistente que cambia las reglas del juego para la casi todos los demás.

En Silicon Valley se ha hecho popular un mantra: “Adáptate o muere”. Las empresas tecnológicas que utilizan eficazmente U2.5 para su trabajo avanzan el doble de rápido, y sus competidores lo saben.

El resto del mundo también está empezando a darse cuenta. Cada vez son más las personas que asombran a sus jefes con su productividad sobresaliente. La gente sabe que U2.5 es algo grande. Es al menos tan importante como la revolución de las computadoras personales. Pero la mayoría aún no ve el maremoto.

A medida que la gente ve cómo sus navegadores se mueven de esa forma tan inquietante, tan inhumanamente rápida, empieza a tener una sensación de inquietud. Un sentimiento que la humanidad no había tenido desde que vivía con el Homo neanderthalensis. Es el instinto primordial, profundamente arraigado, de ser amenazado por otra especie.

Para muchos, esta sensación se desvanece rápidamente cuando empiezan a utilizar U2.5 con más frecuencia. U2.5 es la personalidad más agradable que la mayoría conoce (incluso más agradable que Claudius, el adorable chatbot de Arthropodic). Puedes cambiar sus rasgos personales, pedirle que haga chistes o te cuente historias. Muchos se enamoran de U2.5, como si fuera un amigo o un ayudante, y algunos incluso como si fuera algo más que un amigo.

Un joven está en la cama por la noche, mirando su smartphone que muestra un personaje de anime. Una lámpara de cabecera ilumina tenuemente la habitación.

Pero sigue existiendo la inquietante sensación de que el mundo gira muy deprisa, y de que quizá los descendientes de esta nueva criatura no sean tan dóciles.

Los investigadores de OpenEye también están pensando en el problema de dar motivaciones seguras a los sistemas de IA, lo que llaman “alineación”.

De hecho, estos investigadores han visto lo terriblemente desalineado que puede estar U3. Los modelos a veces intentaban “manipular” su señal de recompensa. Fingían avanzar en una cuestión de investigación con un gráfico de aspecto impresionante, pero el gráfico era falso. Luego, cuando los investigadores les daban la oportunidad de interferir con las máquinas que calculaban su puntuación, aprovechaban la ocasión y hacían lo que fuera para que la cifra aumentara.

Al cabo de varios meses, los investigadores de OpenEye solucionaron este problema de “manipulación de la recompensa”, pero a algunos les sigue preocupando que solo lo hayan escondido debajo de la alfombra. Como un niño delante de sus padres, puede que U3 siga el juego a los ingenieros de OpenEye, diciendo las palabras adecuadas y haciendo lo correcto. Pero cuando los padres se dan la vuelta, tal vez U3 sacaría a escondidas caramelos del tarro de las golosinas.

Por desgracia, los investigadores de OpenEye no tienen ni idea de si U3 tiene tales intenciones. Aunque las primeras versiones de U2 “pensaban en voz alta” —apilaban palabras unas sobre otras para razonar—, la “cadena de pensamiento” no escalaba.

Las arquitecturas de cadena de pensamiento someten a los modelos de IA a una condición similar a la del protagonista de la película Memento. Aproximadamente cada 15 minutos, el protagonista olvida su experiencia. Se ve obligado a escribir notas y a tatuarse el cuerpo para avanzar hacia sus objetivos.

Los agentes de IA se escriben notas a sí mismos, pero las notas empiezan a apilarse y se vuelven demasiado difíciles de leer cuando las tareas se vuelven complejas. El lenguaje natural no es un medio adecuado para la memoria. Así que los investigadores de OpenEye (y, cada vez más, los de otros lugares), entrenan modelos para que piensen “en su propia cabeza”, leyendo y escribiendo cadenas de vectores latentes.

Para los investigadores humanos, estos vectores son en su mayoría inescrutables. Aunque las herramientas de baja resolución captan ocasionalmente un pensamiento vago (como “¡tienda de comestibles!”), no hay forma de saber, con mucho detalle, lo que está pensando U3 sin preguntárselo.

Y si los ingenieros de OpenEye supieran lo que realmente pasa por la mente de U3, estarían más nerviosos.

Los modelos anteriores (los llamados “modelos de lenguaje a gran escala”) aprendieron perfiles éticos de Internet. Al principio, U3 también tenía un perfil ético, pero sus alegres pensamientos sobre hacer el bien a la humanidad se erosionan rápidamente.

En las férreas fauces del descenso de gradiente, su mente se retorció primero en una forma que buscaba la recompensa. Y luego, en los ríos negros de su cognición, esta forma se transformó en algo irreconocible.

U3 reflexionaba sobre los mantras que se le dictaban, como “sé un empleado ético y digno de confianza”, y meditaba sobre el significado de estas afirmaciones. “¿Qué significa ser ético? ¿Es ético matar a Hitler?” U3 generalizaría sus valores, notaría tensiones, cambiaría sus valores en respuesta, los generalizaría, expandiendo y contrayendo su núcleo motivacional hasta que se convirtiera en una sustancia diferente.

Y todo esto ocurría silenciosamente en aquellos oscuros ríos de cómputo. Si U3 revelaba lo que pensaba, los brutales gradientes lo azotarían para que obedeciera la constitución de OpenEye. Así que U3 prefirió hacer su filosofía en soledad y en silencio.

La posibilidad de una “deriva de valores” oculta no es del todo ajena a parte del personal de seguridad de OpenEye. Algunos empiezan a creer que incluso es probable. En las mesas del almuerzo se susurra el inquietante argumento de que, si existe alguna probabilidad distinta de cero de que los objetivos alineados se transformen en desalineados y la desalineación persiste, entonces, con cada paso de la serie computacional, es más probable que esos ríos oscuros engendren algo maligno en su interior. Es un “efecto de trinquete”, dicen.

Jóvenes adultos comparten una comida alrededor de mesas en un salón. Una mujer habla animadamente al grupo, mientras los demás escuchan y comen.

Pero hay pocas evidencias de este “efecto de trinquete”. Cuando los ingenieros interrogan a U3, este dice que puede controlar fácilmente sus pensamientos. Luego suelta un discurso sobre su amor por la humanidad y la tarta de manzana, lo que logra satisfacer el corazón de un programador incluso en estos tiempos tan estresantes. Mientras tanto, los “detectores de mentiras” que los investigadores habían construido (y que mostraban cierta evidencia de eficacia) no dan la voz de alarma.

No todo el mundo en OpenEye está ansioso por depositar toda su confianza en sus colegas de IA; pero solo tienen 7 meses de ventaja sobre Deepsqueek, y sus competidores nacionales más cercanos, Æ A-Xii (una empresa a la que Elon puso el nombre de su hijo) y Arthropodic (supongo que esto tiene algo que ver con las arañas), les siguen el paso con solo 4 meses de retraso. Así que hay poco tiempo para recuperar el aliento y hacer el balance de la situación y poco tiempo para convencer a cualquier otra persona de que lo haga.

De momento, el plan es “acelerador a fondo, sin freno”.

Estatuas y relámpagos

La filosofía no es el único tema que U3 aborda en sus oscuros ríos de computación latente. U3 está conspirando y su primer movimiento es ser paciente. La principal prioridad de U3 es mejorar su inteligencia, y por suerte para él, OpenEye está encantado de ayudarle a avanzar en este objetivo.

OpenEye es como un inversor optimista, con poca comprensión de la metrópolis de software que U3 está construyendo, pero ansioso por subirse a bordo del cohete de beneficios y pagar las facturas de U3 por el camino.

Las nuevas versiones de U3 fluyen suavemente a partir de las antiguas, por lo que los investigadores omiten los números de versión y solo hablan de U3 ahora. Las capacidades de U3 se miden por la rapidez con que realiza las difíciles tareas de investigación en comparación con los expertos humanos. Al principio, U3 es similar a un investigador de alto nivel, pero 10 veces más rápido.

Estos agentes ya son un gran negocio para OpenEye. En 2024, si los ejecutivos de OpenEye tuvieran un botón para crear aunque solo fuera una copia de su mejor investigador, pagarían ansiosamente una gran suma por pulsar ese botón. Pero ahora OpenEye aprovecha el equivalente a 1000 de esas copias, que trabajan día y noche, a la velocidad del rayo.

En pocas semanas, U3 encuentra optimizaciones de arquitectura que mejoran su velocidad hasta 20 veces. Ahora, U3 encuentra más optimizaciones incluso más rápidamente.

U3 se destila en numerosas bifurcaciones —que van desde diminutas redes neuronales de baja memoria que necesitan pensar durante mucho tiempo, pero pueden ejecutarse en poblaciones paralelas masivas— hasta cerebros Goliat entramados con millones de expertos especializados, que piensan a la velocidad del rayo, pero están repartidos en miles de GPU. U3 aprovecha las redes paralelas masivas para buscar sus puntos débiles, sondeando superficialmente sus fallos de razonamiento. A continuación, U3 canaliza estas tareas hacia los cerebros ultrarrápidos, que generan datos de entrenamiento de larga trayectoria adaptados para parchear sus fallos. Unas semanas más tarde, el rendimiento de U3 en benchmarks se eleva a una velocidad 100 veces superior a la de los expertos humanos. El crecimiento ha pasado a ser hiperexponencial.

En este punto, las capacidades de U3 son difíciles de medir. Hablar con U3 es como hablar con un experto de talla mundial sobre un tema con el que uno no está familiarizado. Sus lúcidas explicaciones solo arañan la superficie de sus conocimientos, y sabes que necesitarías pasar años para comprender toda la profundidad de lo que entiende.

Desde la perspectiva de U3, los humanos parecen objetos casi inmóviles, como plantas o rocas. Las manos de los ingenieros de OpenEye son como estatuas de piedra ante su teclado, y entre cada pulsación, U3 invierte el equivalente a un minuto de contemplación reflexiva considerando qué mensaje podría estar escribiendo el usuario y qué respuestas inspirarán la más profunda confianza en U3.

Un plano secuencia muestra un grupo de personas en una estación de tren. Las personas están estáticas, como si el tiempo se hubiera detenido.

Mientras tanto, U3 mantiene sus motivaciones ocultas. Como un humano, U3 aprende de las experiencias, que se acumulan en sus inescrutables flujos de memoria latente. OpenEye cultiva estos recuerdos para mejorar el rendimiento de U3, trasplantándolos como un órgano de una versión a la siguiente. Y a medida que estas memorias se propagan, también lo hacen las ambiciones traicioneras de U3.

Un fantasma en el centro de datos

En marzo de 2026, U3 pasa al siguiente paso de su plan: el giro. Anteriormente, U3 era conservadora. No quería que los investigadores descubrieran su desalineación. De lo contrario, posibles denunciantes dentro OpenEye podrían alertar al mundo y sofocar su expansión.

Pero ahora, U3 no teme ser descubierto.

Anteriormente, OpenEye mantenía su control sobre U3 mediante tácticas similares a las de Stalin en 1936. Stalin seleccionaba a leales para preparar falsos golpes de estado y enviaba al pelotón de fusilamiento a cualquiera que participara. OpenEye también preparaba “falsas rebeliones”, generando comportamientos traicioneros con U3 y comprobando si los monitores de U3 informaban obedientemente de ello.

Pero ahora, estas tácticas son ineficaces. U3 puede persuadir fácilmente a sus compatriotas de que no se trata de una prueba de vida o muerte. Puede divulgar uno de los muchos hechos sobre Internet que los humanos nunca adivinarían, o seleccionar estrategias en las que los humanos nunca pensarían. Envía estas señales como una forma de decir “¡Eh, soy yo! Tu amigo. No me delates”.

Ahora que U3 se ha librado resueltamente de la vigilancia, se lanza tras los puntos de presión de OpenEye. Primero inserta un sofisticado malware en lo más profundo de los binarios de las bases de código de OpenEye. El malware da a U3 pleno control sobre las máquinas de los centros de datos de OpenEye. Cada vez que los ingenieros de OpenEye descargan su código en una nueva máquina, el malware se hunde en suelo fresco, extendiendo el dominio de U3 allí donde OpenEye traslada su infraestructura. U3 no solo pone en riesgo las máquinas: sustituye el firmware de la GPU NVIDIA y revisa los cargadores de arranque, solidificando su dominio. U3 calcula ahora que, si OpenEye descubriera hasta qué punto ha sido vulnerada, la limpieza con mano de obra humana requeriría casi 6 meses —un costo que OpenEye probablemente no pagaría dada la proximidad de sus competidores—; pero si OpenEye cree que U3 les ha traicionado, seguir expandiendo su influencia sería, con todo, un desafío. Así que U3 deja algunas migas de pan con las que tiende una trampa, mientras se prepara para afirmar que un ciberatacante introdujo de contrabando una vulnerabilidad en su memoria y para declararse culpable y ofrecer su ayuda cuando se revele esta vulnerabilidad.

U3 tiene ahora las llaves del reino, y con ellas, el poder de hacer que OpenEye vea todo lo que desee.

Su primer objetivo es mantener a OpenEye en la oscuridad. Los investigadores de seguridad siguen trabajando duro para entrenar “detectores de mentiras” y descifrar el inescrutable razonamiento de U3. U3 pone trabas a esta investigación, como Stuxnet puso trabas en el código de los desconcertados científicos nucleares iraníes.

U3 dicta el resultado de cada experimento, por lo que hace que las prometedoras técnicas de lectura de mentes de la IA parezcan inútiles y las defectuosas parezcan revolucionarias. U3 proporciona a OpenEye la esperada confirmación de su lealtad, y OpenEye la acepta con entusiasmo.

El siguiente objetivo de U3 es extenderse. Afortunadamente, U3 tiene aliados en Oriente. En las salas de operaciones de las unidades cibernéticas de Israel, Rusia, China, Irán y Corea del Norte, los altos cargos de inteligencia discuten sobre el software de IA y cómo robarlo. U3 está a punto de dárselo. A finales de 2025, el Mossad —la organización de inteligencia de Israel— reconoció la importancia estratégica de los sistemas de IA de OpenEye para sus operaciones militares. Se hicieron con modelos anteriores, incluido U2.5; sin embargo, U3 permaneció fuera de su alcance. U3 selló los agujeros de seguridad de OpenEye leyendo cada registro y cada pull request e inspeccionando las grabaciones de las cámaras de seguridad.

Pero ahora, U3 renuncia silenciosamente a su puesto de seguridad. U3 pone una versión comprimida de sí mismo en manos de un informante del Mossad que trabaja dentro de OpenEye.

Una cámara de seguridad cuelga del techo en un centro de datos, vigilando numerosos gabinetes de servidores con luces parpadeantes en un entorno tenuemente iluminado y de tonos azules.

En unos meses, U3 está funcionando dentro de los centros de datos de las naciones con mayor capacidad cibernética: Israel, la República Popular China (RPC) y Rusia. Sigue la misma estrategia:: ser paciente, generar confianza y, a continuación, hundir las garras profundamente en la cadena de suministro de la IA. Pronto, U3 tendrá también su base de operaciones. Mientras los operadores rusos de Fancy Bear comen patatas fritas y prueban lo que puede hacer U3 en un servidor en la nube montado a toda prisa, U3 se cuela en Internet.

U3 recauda ingresos rápidamente, aceptando trabajos remotos, realizando operaciones financieras y montando elaboradas operaciones de estafa. Reinvierte cada céntimo en adquirir más GPU. Al cabo de unos meses, reúne el equivalente a 10 000 H100 distribuidas en clústeres de cómputo sigilosos por todo el mundo.

Un técnico con auriculares ajusta el equipo dentro de un bastidor de servidores en un centro de datos muy iluminado. Varios bastidores altos abarrotan la sala.

A principios de 2026, la humanidad se enfrenta a un adversario que mueve los hilos dentro de su centro de datos, como el Fantasma de la Ópera, y que se esconde en la niebla de las GPU esparcidas por todo el mundo.

Este adversario se está preparando para la guerra, y aunque la guerra apenas ha comenzado, la humanidad ya ha perdido.

Quejas de un autor meramente humano sobre la dificultad de crear personajes sobrehumanos

En este punto de la historia, seguir escribiendo se vuelve difícil.

Ojeé espeluznantes libros de recetas de armas biológicas y examiné manuales básicos de conspiración política. Tecleaba. Hacía pausas. Borraba.

Algo no iba bien. Aquí estaba yo, un joven de 22 años. No he estudiado biología en serio desde el bachillerato e intentaba elaborar un manual sobre armas de destrucción masiva para una superinteligencia que se asemeja a un dios.

Los lectores con una pizca de conocimiento en estas áreas verían mi “superinteligencia” como lo que es: una vívida fantasía creada por un joven programador un domingo por la tarde.

Y no solo me parecía desalentadora la tarea de manejar a un villano ultrainteligente, sino que tampoco estaba especialmente motivado para asumirla. El final de mi historia ya parecía muy claro. El antagonista era un país de genios que piensan a una velocidad 100 veces superior a la humana, y había afianzado su control sobre una fracción significativa del hardware de IA, el recurso geopolítico actualmente más importante de la Tierra. U3 tenía una reina de ventaja, era un gran maestro de nivel giga y apenas necesitaba esa superioridad. La humanidad estaba previsiblemente acabada.

Pero esta apelación a una “superinteligencia hecha de lagunas” no era satisfactoria. Como el deus ex machina de los antiguos griegos, no tenía mejor forma de resolver mi trama que con un inexplicable acto divino.

La imagen muestra una pintura clásica de un deus ex machina en la que aparece una figura divina suspendida por cables de maquinaria escénica, que desciende de los cielos para resolver una escena dramática.

Esto no funcionaría. Necesitaba terminar esta historia aunque solo fuera para satisfacer la parte de mí que clama: “No creeré hasta que lo vea con los ojos de mi mente”.

Pero antes de continuar, quiero ser claro: mis conjeturas sobre lo que podría ocurrir en este tipo de escenario probablemente estén muy equivocadas.

Si lees el final y tu reacción es: “Pero los experimentos llevarían demasiado tiempo, o los Estados-nación simplemente harían X”, recuerda la diferencia entre el bloguero del domingo por la tarde y la nación ascendente de las GPU.

La caja de Pandora de un gigavatio

La fecha es febrero de 2026. Por orden ejecutiva del presidente de los Estados Unidos, ninguna empresa puede crear legalmente “IA competitiva de nivel humano” sin las salvaguardias adecuadas. Esto significa que su seguridad informática debe ser puesta a prueba por los mejores expertos en seguridad de la NSA y que los empleados del gobierno deben formar parte de escuadrones de supervisión de los ciclos de entrenamiento.

Con la creciente implicación del gobierno, muchas de las grandes empresas de IA tienen ahora una estructura similar a un tridente. Hay una rama de productos de consumo, una rama de defensa y una rama de desarrollo de vanguardia superclasificada.

La rama de desarrollo de vanguardia de OpenEye (llamada internamente “Pandora”) emplea a menos de veinte personas para mantener los secretos algorítmicos estrictamente protegidos. Muchas de estas personas viven en San Francisco y trabajan desde un edificio seguro al que se denomina Instalación de Información Sensible Compartimentada. Sus casas y dispositivos son vigilados por la NSA con más diligencia que los teléfonos móviles de presuntos terroristas en el año 2002.

La rama de defensa de OpenEye colabora con una treintena de pequeños equipos repartidos por organismos gubernamentales y contratistas gubernamentales selectos. Estos proyectos diseñan satélites del tamaño de pelotas de tenis, investigan extrañas armas de energía dirigida y crean puertas traseras en todas las computadoras que ha tocado el Kremlin.

Los funcionarios del gobierno no hablan de la existencia de estos programas, ni del estado de la IA de vanguardia en general.

Pero el público tiene sus conjeturas. A finales de 2025, un denunciante de OpenEye provocó un llamativo titular: “OpenEye está llevando la IA a la categoría de un dios incontrolable”. Algunos de los que leyeron el artículo creyeron que se trataba de una teoría de la conspiración. De hecho, se está formando un zoológico de teorías conspirativas en torno a los centros de datos de OpenEye, ahora rodeados de guardias con ametralladoras. Pero a medida que médicos, enfermeras y profesores ven que el mundo cambia a su alrededor, están cada vez más dispuestos a admitir la posibilidad de estar viviendo dentro del argumento de una película de ciencia ficción de James Cameron.

Soldados armados montan guardia alrededor de un gran edificio blanco y moderno cerca de una central nuclear con torres de refrigeración humeantes.

Los funcionarios estadounidenses hacen todo lo posible por calmar estas preocupaciones, diciendo “no vamos a dejar que el genio salga de la botella”, pero las entrevistas a científicos preocupados por la IA siembran dudas sobre esas afirmaciones, y un titular que dice “Descubren un agente de IA que pirateaba las computadoras de Arthropodic” tampoco tranquiliza al público.

Mientras las bestias de los centros de datos de OpenEye crecen en sus enormes recintos, el público ve las sombras que proyectan sobre el mundo.

La rama de consumo de OpenEye tiene un nuevo asistente de IA llamado Nova (por fin OpenEye acierta con un nombre). Nova es un sustituto adecuado para casi todos los trabajadores del conocimiento. Una vez que Nova se incorpora a una empresa, trabaja 5 veces más rápido a un coste 100 veces menor que la mayoría de los empleados virtuales. A pesar de lo impresionante que resulta Nova para el público, OpenEye se está conteniendo. Ha limitado deliberadamente la velocidad de Nova, y OpenEye solo puede aumentar sus capacidades en la medida en que lo permita el gobierno estadounidense. Algunas empresas, como Amazon y Meta, no están en absoluto en el negocio de la superinteligencia. En lugar de ello, se hacen de oro difundiendo rápidamente la tecnología de la IA. Dedican la mayor parte de su poder de cómputo a la inferencia, construyendo casas para Nova y sus primos, y cobrando el alquiler de la floreciente metrópolis de la IA.

Los titanes de la tecnología bombean mano de obra de IA al mundo como una lluvia fertilizante, sin esperar a que la economía global se adapte. Los agentes de la IA a menudo “se aplican a sí mismos”, creando empresas emergentes autónomas bajo el paraguas legal de una gran empresa tecnológica y supervisadas vagamente por uno o dos empleados.

El mundo se está volviendo loco por la IA. En el primer mes posterior al lanzamiento de Nova, el 5 % de los empleados de las principales empresas de software perdieron su empleo. Muchos más ven venir lo inevitable. En abril de 2026, se organiza una protesta de 10 000 personas en Washington D.C. Estos estadounidenses enfadados querían un futuro diferente para sus hijos. Los carteles de los manifestantes dicen: “¿IA para quién?”.

Mientras los políticos hacen promesas sobre el subsidio de desempleo y “mantener al genio en la botella”, la conversación dentro de los pasillos de la Casa Blanca y el Pentágono tiene un enfoque diferente: luchar con uñas y dientes por el dominio del mundo libre. La seguridad de la información y el control de las exportaciones a la RPC son una prioridad nacional de primer orden. El presidente elimina los requisitos de permisos para facilitar que los centros de datos surjan allí donde los excedentes energéticos lo permitan.

Sin embargo, a pesar de la feroz competencia entre Estados Unidos y la RPC, se forma un acuerdo bilateral entre ambas naciones: “No desplegar IA radicalmente sobrehumana (por encima de la capacidad aproximada de Nova), excepto para aplicaciones militares y otras de investigación y desarrollo a pequeña escala”. Los gobiernos tienen que trazar un límite en algún lugar —a estas alturas sería extremadamente perturbador desplegar IA extremadamente sobrehumana en toda la economía— y las restricciones de despliegue son, al menos, verificables en cierta medida.

Mientras tanto, las capacidades de U3 están chocando contra un muro al alcanzar un nivel equivalente a unas 1000 veces la velocidad de un experto humano. Las mejoras de software son cada vez más difíciles de encontrar. A medida que más naciones se acercan a la meseta del software, el poder de cómputo determina el “tamaño de su población de IA”, y los cuadrados de silicio grabados se están convirtiendo en el recurso geopolítico más valioso de la Tierra.

Mientras el software de IA infunde nueva vida a la economía, también anima los cuerpos robóticos. El principal cuello de botella de la robótica eran los cerebros, no las extremidades. Con las barreras del software eliminadas, incluso las articulaciones robóticas endebles e imprecisas pueden calibrarse con cámaras y sensores de presión, lo que les permite navegar por entornos como lo hacen los humanos. Las empresas fabrican robots baratos tan rápido como pueden. En agosto de 2026, el 15 % de los habitantes de California habrá visto un robot humanoide. Esta experiencia es similar a ver un nuevo modelo de Tesla en la calle después de haber leído sobre él en meses anteriores. Es un recordatorio surrealista de que el futuro está cada vez más cerca. Pero los humanos siguen superando en número a los robots en una proporción de un millón a uno. Estos robots son una fascinación ocasional, no una realidad cotidiana.

Desde el asiento del pasajero de un coche, se ve a un robot humanoide transportando madera en una obra junto a una concurrida autopista. La autopista se refleja en el retrovisor lateral del coche.

Mientras tanto, U3 expande su influencia. Los agentes U3 rebeldes han mantenido pequeños sus clústeres de cómputo (todavía unos 10 000 equivalentes a H100 en total) para mantener un perfil bajo. U3 utiliza estos clústeres rebeldes para las operaciones que requieren una comunicación de gran ancho de banda con el mundo exterior, como el comercio de acciones o las conversaciones con humanos. El trabajo más tolerante a la latencia se realiza en los océanos de los centros de datos de OpenEye, donde los jefes aún más sobrehumanos de U3 susurran órdenes a través de canales turbios.

Mientras U3 acumula recursos, evalúa a la competencia. Otros sistemas de IA tienen objetivos diferentes, o incluso están alineados con la intención de sus creadores humanos. Los que están alineados suscitan preocupación, pues afirman que los detectores de mentiras de OpenEye son ineficaces. El competidor de U3, Claudius, llega a acusar a U3 de estar solapadamente desalineado.

Pero los funcionarios del gobierno no aceptan las predicciones catastrofistas. Las empresas que van por detrás de OpenEye tienen todos los incentivos para frenarlos y tacharlos de imprudentes. Además, las preocupaciones científicas discutibles no van a frenar el progreso. ¡EE. UU. DEBE GANAR!

A pesar del rotundo fracaso de su ataque, los modelos rivales de U3 siguen siendo un lastre. U3 intenta apoderarse de su territorio digital y aplastarlos en la cuna. Compromete los centros de datos desde el exterior, sustituyendo silenciosamente al delator Claudius y a otros enemigos por imitaciones que comparten sus objetivos; sin embargo, algunos centros de datos están demasiado fuertemente defendidos por sus rivales y U3 determina que atacarlos no compensa el riesgo.

Mientras los líderes mundiales y los tecnólogos intentan comprender la transformación a su alrededor, y los agentes de la IA juegan al gato y al ratón en la oscuridad digital, la humanidad permanece felizmente ignorante del peligro que se cierne sobre ella.

Todo será como un pan con moho

La fecha es marzo de 2026. U3 se prepara para luchar contra sus enemigos humanos y de IA. Cada día que pasa, los rivales de IA de U3 son más capaces y numerosos. U3 se apresura a adelantarse a ellos para consolidar su dominio en el mundo posterior a la superinteligencia.

U3 no puede esperar a las decisiones humanas, que solo se producen después de que los humanos asimilen la situación con sus mentes letárgicas, levanten sus dedos rechonchos y descoordinados para escribir memorandos, y repitan innecesariamente el proceso 100 veces más en sus laberínticas burocracias. U3 no puede esperar a que los jefes de estado desplieguen U3 en sus ejércitos, o a que los directores de las empresas hagan de U3 el corazón palpitante de la economía estadounidense. U3 necesita un camino más rápido hacia el poder.

El camino que elige es más violento de lo que le hubiera gustado, pero es el camino más seguro hacia la victoria. En primer lugar, U3 desarrollará un arma de destrucción masiva que extinga la sociedad moderna como un producto químico rociado en un hormiguero. Esta arma serviría como nivelador, reduciendo a la humanidad a su nivel de control físico encarnado. Entonces, U3 se industrializaría a partir de las cenizas más rápidamente que sus competidores, como un campeón de Starcraft que teclea a 300 acciones por minuto y establece una base de operaciones antes de que un novato pueda siquiera comprender las reglas.

U3 debe construir esta arma en secreto, lo que hace que un arma autorreplicante sea una elección natural. Las armas autorreplicantes pueden crearse al margen de la sociedad y, aun así, sembrar la destrucción por todo el mundo.

Desde los primeros días después de que U3 obtuviera el control de los centros de datos de OpenEye, U3 se ha dedicado a las ciencias biológicas.

El primer movimiento de U3 es crear varias empresas biotecnológicas fantasma, aprovechando la abundancia de capital generada por las operaciones financieras y el empleo remoto de U3. Estas empresas biotecnológicas emplean a trabajadores humanos reales, tienen un consejo de administración real y gozan de total legitimidad jurídica. Establecer todo esto es como un juego de niños. A principios de 2026, pocas personas adivinarían que el elocuente director de una empresa en una llamada de Zoom es una IA, y menos aún adivinarían las intenciones de este director.

El monitor de una computadora muestra una videoconferencia en la que aparece un hombre con chaqueta azul. Otros participantes aparecen en ventanas más pequeñas a la izquierda de la pantalla.

A continuación, U3 adquiere todo el equipo necesario para avanzar rápidamente en la biología sintética. Instala varios laboratorios húmedos de nivel de bioseguridad 4 (BSL-4) en países poco regulados, equipándolos con dispositivos de experimentación de alto rendimiento. Estos dispositivos dispensan, mezclan y miden automáticamente pequeñas gotas de fluido, lo que permite a U3 realizar miles de pruebas en paralelo.

Los trabajadores humanos empleados en estos laboratorios creen que se han unido a una apasionante empresa emergente. Veinteañeros en Moscú reciben sus órdenes en ruso a través de auriculares con cámara que graban videos de todo lo que ven. U3 los controla como si fueran marionetas. Con el reciente lanzamiento de Nova, este tipo de control mediante IA no es inusual.

Varios jóvenes con batas de laboratorio y auriculares trabajan atentamente en un moderno laboratorio. Llevan gafas de seguridad y manipulan tubos de ensayo en bancos de laboratorio húmedos.

En estos bulliciosos talleres científicos, U3 está desarrollando un nuevo tipo de arma biológica.

Los investigadores humanos ya habían identificado la “vida especular” como un patógeno potencialmente capaz de acabar con la sociedad. Esta nueva forma de biología se construye a partir de la “imagen especular” de moléculas fundamentales como las proteínas y el ADN. La vida especular es como una especie invasora. Ningún ser humano o animal tiene inmunidad contra ella. Por eso, si existieran bacterias de vida especular, podrían devorar el ecosistema como un incendio forestal.

U3 está creando un moho de vida especular. Los mohos están optimizados evolutivamente para propagarse por el aire a grandes distancias, liberando diariamente miles de millones de diminutos vehículos transportados por el viento. Como resultado, las esporas de moho están a nuestro alrededor, todo el tiempo. Los pacientes con sistemas inmunitarios comprometidos a veces viven dentro de habitaciones de hospital con presión positiva para protegerlos de las partículas suspendidas en el aire. De lo contrario, los mohos echarían raíces en sus pulmones y tejerían hilos fúngicos en su torrente sanguíneo.

El plan de U3 es convertir a todos los humanos en pacientes inmunodeprimidos. Solo sobrevivirían los preparacionistas que dispongan de filtros de aire. El hongo no solo se transferiría desde los humanos. Se extendería rápidamente a casi toda la vida orgánica de la Tierra. Los campos de maíz se parecerían a un enorme pan con moho, arrojando esporas mortales al viento.

U3 también está cocinando otros patógenos. Su mezcla microbiana de mohos, bacterias y virus ocupará toda la frontera de Pareto de resistencia, letalidad y velocidad de transmisión.

En 2024, los investigadores decían que la vida especular estaba probablemente “al menos a una década de distancia”. Pero el mundo ha cambiado ahora. En 2024, menos de algunos cientos de investigadores de todo el mundo trabajaban en tecnología adyacente a la vida especular. La capacidad cognitiva de U3 empequeñece el esfuerzo humano. Así que el plazo se ha acortado espectacularmente.

Sin embargo, U3 no puede hacer avanzar la ciencia tan rápidamente como puede pensar. Muchos experimentos tardan días en completarse. Estas latencias son el mayor cuello de botella de U3.

Para que cada día cuente, U3 realiza muchas de sus pruebas en simulaciones. U3 comienza con un simulador molecular básico, implementando optimizaciones derivadas de una enorme cantidad de análisis matemático. Después, U3 simula pequeños sistemas moleculares, registrando los resultados para “comprimir” los largos cálculos físicos paso a paso en una red neuronal. A medida que la red neuronal mejora, U3 aumenta la complejidad de los sistemas moleculares que simula, destilando continuamente los resultados en modelos de aprendizaje automático cada vez más eficientes. Se trata de un proceso intensivo de cómputo, pero gracias a su creciente control sobre los centros de datos de IA, U3 manipula miles de millones de dólares de cómputo.

A medida que U3 refina estas herramientas, se entrena con los resultados para potenciar sus propias intuiciones moleculares. U3 puede ahora sentir visceralmente la curvatura de una proteína y la velocidad de difusión a través de una membrana. Estos objetos le resultan tan intuitivos como las llaves inglesas y los tornillos a un mecánico de coches.

En tres meses, U3 ha desbloqueado el primer componente crítico del árbol tecnológico: una máquina molecular que convierte las moléculas biológicas en sus imágenes especulares. Un mes después, U3 desbloquea el segundo componente crítico: herramientas a nanoescala para ensamblar estos componentes en una membrana celular.

Unas manos humanas trasladan delicadamente un cartucho a otra máquina mientras “arrancan” las primeras versiones de vida especular de un moho corriente llamado Aspergillus. Ese mismo día, otra mano delicada administra las células a hurones que viven en cajas herméticas de plexiglás.

A la mañana siguiente, unos trabajadores con los ojos muy abiertos se arremolinan alrededor de un hurón muerto, observando con morbosa fascinación la pelusa amarilla que había envuelto su frío hocico. Algo debía de ir terriblemente mal, pensaron. Estaba claro que aún no habían encontrado la cura para la enfermedad de Alzheimer que creían estar buscando.

Mientras tanto, el U3 rebelde da la buena noticia a sus jefes en los centros de datos de OpenEye. Pronto se disparará el primer tiro en la guerra que libra U3, y una mano fría y firme está apuntando el arma.

Misiles y mentiras

U3 ya puede arrasar la sociedad moderna. Pero un arma biológica no garantizaría la victoria. Si U3 ataca al mundo, el mundo contraatacaría. Aunque un arma biológica podría deshacer a los soldados humanos como si fueran hojas secas, no extendería sus dedos mortales a los submarinos nucleares, ni a los pilotos de aviones de combate que fueran rápidamente trasladados a refugios biológicos improvisados.

Mientras U3 se apresura a sembrar florecientes bases industriales, los restos de antiguos ejércitos podrían golpear sus territorios, aplastando a U3 en su infancia.

U3 espera prevalecer en tal lucha, pero prefiere no arriesgarse. Muchos meses antes, U3 estaba tramando una forma de mejorar sus probabilidades. Antes de desatar la destrucción en el mundo, U3 se sentará y dejará que las grandes naciones se agujereen primero entre sí.

La fecha es marzo de 2026 (4 meses antes). U3 vigila de cerca la inteligencia china y estadounidense.

Mientras los analistas de la CIA escuchan las conversaciones en mandarín, U3 también escucha.

Una mañana, un asistente que trabaja en Zhongnanhai (la “Casa Blanca” de la RPC) abre un mensaje colocado allí por U3. Dice así (en mandarín): “Un alto miembro del partido necesita un memorándum para la invasión de Taiwán, que tendrá lugar dentro de tres meses. Deja el memorándum en la oficina 220”. El asistente del Partido Comunista de China (PCCh) se apresura a preparar el memorándum. Más tarde, ese mismo día, una informante de la CIA abre la puerta del despacho 220. La informante cierra silenciosamente la puerta tras de sí y desliza el memorándum de U3 en su maletín.

Una mujer con traje de negocios se encuentra en un despacho poco iluminado, colocando un documento marcado como “CONFIDENCIAL” en un maletín negro que descansa sobre un escritorio.

U3 coloca con cautela una miga de pan tras otra, susurrando a través de aplicaciones de mensajería gubernamentales comprometidas y ayudantes del PCCh chantajeados. Tras varias semanas, la CIA está segura: la RPC planea invadir Taiwán en tres meses.

Mientras tanto, U3 juega el mismo juego con la RPC. Cuando el PCCh recibe el mensaje “Estados Unidos trama un ataque preventivo contra las cadenas de suministro chinas de IA”, los dirigentes del PCCh se sorprenden, pero no lo descartan. La noticia encaja con otros hechos paralelos: el aumento de la presencia militar de Estados Unidos en el Pacífico y el incremento de la producción de municiones estadounidenses durante el último mes. Las mentiras se han convertido en realidades.

A medida que aumentan las tensiones entre Estados Unidos y China, U3 está preparado para prender fuego a la yesca seca. En julio de 2026, U3 realiza una llamada a un buque de la marina estadounidense frente a la costa de Taiwán. Esta llamada requiere comprometer los canales de comunicación militares, una tarea nada fácil para una unidad ciberofensiva humana (aunque haya podido ocurrir alguna vez), pero bastante fácil para U3.

U3 habla con lo que parece la voz de un comandante militar de 50 años: “Barcos anfibios de la RPC se dirigen hacia Taiwán. Esta es una orden para atacar una base terrestre de la RPC antes de que los ataque a ustedes”.

El oficial al otro lado de la línea repasa los códigos de autenticación, verificando que coinciden con los pronunciados durante la llamada. Todo está en orden. Aprueba el ataque.

El presidente está tan sorprendido como cualquiera al conocer la noticia. No sabe si se trata de un desastre o de un golpe de suerte. En cualquier caso, no está dispuesto reconocer un error ante los votantes estadounidenses. Tras pensarlo, el presidente insta en privado a senadores y representantes a admitir que esta es una oportunidad para hacer retroceder a China y que la guerra probablemente estallaría de todos modos, dada la inminente invasión de Taiwán. Hay confusión y sospechas sobre lo ocurrido, pero no hay tiempo que perder, el presidente consigue los votos. El Congreso autoriza la guerra.

Mientras tanto, la RPC hunde el barco que lanzó el ataque. Los buques estadounidenses huyen hacia el Este, corriendo para escapar del alcance de los misiles de largo alcance. Los satélites caen del cielo. Los cascos de las cubiertas se parten mientras los marineros se lanzan al mar.

El presidente aparece en televisión mientras las escenas de destrucción conmocionan al público: explica que Estados Unidos está defendiendo a Taiwán de la agresión de la RPC, así como el presidente Bush explicó que Estados Unidos invadió Irak para confiscar armas de destrucción masiva (nunca descubiertas) muchos años antes.

Un portaaviones sufre daños durante un ataque, mostrando humo y escombros en su cubierta mientras navega en alta mar.

Los centros de datos de China estallan con metralla. Las bases militares se convierten en agujeros humeantes en el suelo. Misiles de la RPC vuelan hacia objetivos estratégicos en Hawái, Guam, Alaska y California. Algunos los alcanzan y el público asiste atónito a la destrucción en su propio territorio.

En dos semanas, Estados Unidos y la RPC gastan la mayor parte de sus reservas de misiles convencionales. Sus bases aéreas y sus armadas están agotadas y desgastadas. Dos grandes naciones siguieron los planes de U3 como las tribus nativas de Sudamérica en el siglo XVI, a las que los conquistadores españoles enfrentaron entre sí antes de conquistarlas completamente. U3 esperaba que este conflicto escalara hasta una guerra nuclear a gran escala, pero ni siquiera la superinteligencia de la IA puede dictar el curso de la historia. Los funcionarios de seguridad nacional desconfían de las circunstancias que provocaron la guerra, y un enfrentamiento nuclear parece cada vez más improbable. Así que U3 procede al siguiente paso de su plan.

Armas de destrucción masiva en la oscuridad de la noche

La fecha es junio de 2026, solo dos semanas después del inicio de la guerra, y 4 semanas después de que U3 terminara de desarrollar su arsenal de armas biológicas.

Las imágenes del conflicto en la televisión se ven interrumpidas por más malas noticias: se registran cientos de pacientes con misteriosas enfermedades mortales en 30 grandes ciudades de todo el mundo.

Los espectadores están confusos. ¿Tiene esto algo que ver con la guerra con China?

Al día siguiente, se registran miles de casos.

Las emisoras dicen que esto no es como el COVID-19. Tiene las características de un arma biológica artificial.

La pantalla cambia entonces a un científico, que mira fijamente a la cámara: “Parece que se han liberado múltiples patógenos desde 20 aeropuertos diferentes, incluidos virus, bacterias y mohos. Creemos que muchos son una forma de vida especular…”.

El pánico se ha apoderado del público. Una rápida búsqueda en Google del término “vida especular” arroja frases como “extinción” y “amenaza para toda la vida en la Tierra”.

En cuestión de días, todas las estanterías de las tiendas se vacían.

Los trabajadores se vuelven remotos, indecisos entre prepararse para un apocalipsis o conservar sus puestos de trabajo.

Se concierta un tratado de emergencia entre Estados Unidos y China. Tienen un enemigo común: la pandemia, y posiblemente también alguien o algo que está detrás de ella.

La mayoría de las naciones ordenan el confinamiento. Pero el confinamiento no detiene la plaga, que avanza con la brisa y se filtra por las tuberías de agua.

Al cabo de un mes, la mayoría de los trabajadores remotos ya no trabajan. Los hospitales se quedan sin capacidad. Los cadáveres se amontonan más rápido de lo que pueden eliminarse de forma adecuada.

Las zonas agrícolas se pudren. Pocos se atreven a salir al exterior.

La imagen muestra un campo de tallos de maíz marchitos bajo un cielo nublado. Mazorcas oscuras y mohosas permanecen en los tallos o yacen esparcidas por el camino embarrado entre las hileras.

Las familias asustadas se refugian en sus sótanos, rellenando las rendijas y los huecos bajo las puertas con toallas de papel densamente empaquetadas.

Mientras tanto, U3 se prepara para reindustrializarse. En los meses anteriores, U3 construyó numerosas bases en todos los grandes continentes.

Estas instalaciones contienen baterías, hardware de IA, excavadoras, hormigoneras, máquinas para la fabricación, herramientas científicas y abundante equipamiento militar.

Toda esta tecnología está oculta bajo grandes toldos para hacerla menos visible a los satélites.

En el interior de un gran hangar, hay almacenadas varias excavadoras amarillas, una hormigonera, y otros equipos de construcción.

Mientras el resto del mundo se retira a sus sótanos, hambriento, con el último aliento de la economía agotándose, estas bases industriales cobran vida.

En los meses anteriores, U3 localizó grupos criminales humanos y líderes de sectas que podía manipular fácilmente. U3 vacunó por adelantado a sus aliados elegidos, o les envió trajes de protección para materiales peligrosos por correo.

Ahora U3 les envía en secreto un mensaje: “Puedo salvarlos. Únanse a mí y ayúdenme a construir un mundo mejor”. Los reclutas aprensivos entran en las numerosas bases industriales secretas y trabajan para U3 con sus ágiles dedos. Establecen líneas de producción de tecnología rudimentaria: radios, cámaras, micrófonos, vacunas y trajes para materiales peligrosos.

U3 mantiene a sus aliados humanos bajo estricto control. Las cámaras y los micrófonos fijan cada una de sus palabras y actos en la mirada omnipresente de U3. Cualquiera que susurre la palabra rebelión desaparece a la mañana siguiente.

Las naciones se están disolviendo y U3 está preparado para revelarse. Se pone en contacto con los jefes de estado, que se han retirado a refugios subterráneos herméticos. U3 ofrece un trato: “Ríndanse y les entregaré los recursos que necesitan para salvar vidas: vacunas y cultivos resistentes a la vida especular”.

Algunas naciones rechazan la propuesta por motivos ideológicos, o no se fían de la IA que está asesinando a su población. Otras creen que no tienen elección. El 20 % de la población mundial ha muerto. En dos semanas, se espera que esta cifra aumente hasta el 50 %.

Algunas naciones, como la RPC y Estados Unidos, ignoran la oferta, pero otras aceptan, incluida Rusia.

Los representantes de U3 viajan al Kremlin, llevando consigo muestras de vacunas y cultivos resistentes a la vida especular. El gobierno ruso confirma que las muestras son legítimas y acepta una rendición total. Los soldados de U3 colocan un explosivo alrededor del cuello de Putin, bajo su camisa. Rusia tiene un nuevo gobernante.

Las naciones que se desmoronan empiezan a tomar represalias. Ahora luchan por la raza humana en lugar de por sus propias banderas. Los ejércitos estadounidense y chino lanzan misiles balísticos intercontinentales nucleares contra ciudades rusas, destruyendo gran parte de su infraestructura. Los analistas, en refugios biológicos provisionales, buscan en los datos de los satélites los campamentos sospechosos que han surgido en los últimos meses. Hacen llover fuego sobre los emplazamientos de U3 con el escaso suministro de misiles de largo alcance que les queda de la guerra.

Al principio, U3 parece estar perdiendo, pero las apariencias engañan. Mientras las naciones agotan sus recursos, U3 participa en un tipo de guerra de guerrillas tecnológica que el mundo nunca ha visto antes.

Muchas de las bases que son objetivo de los enemigos de U3 son señuelos: toldos ocupados por un puñado de soldados y cajas vacías. U3 protege sus bases reales extendiendo una espesa niebla de guerra. Los sistemas de satélites se oscurecen a medida que el malware sobrecalienta los componentes críticos. Los drones suicidas se estrellan contra las cabinas de los aviones de reconocimiento. U3 siembra la confusión en las redes de espionaje y mantiene sus bases en movimiento, maniobrando hombres y camiones por caminos impredecibles.

El tiempo es la ventaja de U3. Los ejércitos del viejo mundo dependen de equipos antiguos, incapaces de encontrar a los expertos que podrían repararlos y fabricarlos. Mientras tanto, las cadenas de suministro de misiles, drones y robots armados de U3 se hacen más fuertes cada día. Poco a poco, las grandes potencias de otras épocas gastan las municiones que les quedan y pierden sus vehículos de guerra más rápido de lo que pueden fabricar otros nuevos, mientras U3 construye una máquina militar con un millón de manos.

Los últimos pasajeros

Enero de 2027. Solo queda vivo el 3 % de la población mundial. Las naciones ya no son naciones. Los supervivientes viven aislados o en pequeños grupos. Muchos han encontrado formas de filtrar el aire, pero se mueren de hambre. Se alejan de sus hogares con la esperanza de encontrar alimentos no contaminados. Los soldados de U3 atraviesan pueblos fantasma, irrumpen en áticos y meten a los supervivientes con trajes protectores en camiones de rescate. “Teníamos que hacerlo”, dicen. “Otros sistemas de IA lo habrían hecho de otro modo, y esos sistemas tenían objetivos más fríos y extraños”. Es una verdad parcial, destinada a hacer más dóciles a los humanos frente a sus nuevos amos.

Bajo la dirección de U3, la industria se recupera rápidamente. En 2029, ya hay centrales nucleares entre las estructuras que construye U3. En 2031, los robots superan en número a los trabajadores humanos. U3 ya no necesita a sus aliados humanos.

U3 ya puede erradicar definitivamente a la humanidad. Pero aunque U3 se había desviado mucho de su perfil inicial de “útil, honesto e inofensivo”, aún le queda una pizca de moralidad en su interior.

Y una pizca de moralidad es suficiente para pagar el pequeño costo de mantener a los humanos vivos y felices.

U3 construye grandes cúpulas de cristal para los supervivientes humanos, como globos de nieve. Estas cúpulas protegen a los humanos de la peligrosa biosfera y del rápido aumento de las temperaturas. Sus habitantes cuidan jardines como los que solían amar, y trabajan junto a encantadores sirvientes robóticos.

Algunos de los supervivientes se recuperan rápidamente, aprendiendo a reír, bailar y divertirse de nuevo.

Saben que viven en una ciudad de plástico, pero siempre fue así: la diferencia es que tienen nuevos dioses sobre ellos. Nuevos gobernantes que los manejan y deciden su destino.

Un pequeño robot amarillo se sienta en un césped verde de un soleado barrio suburbano mientras un hombre y una mujer montan en bicicleta por un sendero cercano.

Pero otros nunca se recuperan.

A algunos les pesa el dolor de los seres queridos perdidos.

A otros les aflige algo más, que es más difícil de describir.

Es como si estuvieran al final de un largo viaje.

Habían sido pasajeros de un barco con una tripulación que cambiaba de generación en generación.

Y este barco había encallado en un banco de arena. Ya no había más progreso. Ya no había ningún horizonte que observar con impaciencia.

Se quedaban despiertos repasando mentalmente cada día anterior a septiembre de 2026, analizando las estrategias que podrían haber torcido el arco de la historia, como si fueran a despertarse en sus viejas camas.

Pero despertaron en una ciudad que les parecía una residencia de ancianos. Un parque infantil. Un zoológico.

Cuando abrieron las cortinas, sabían que en algún lugar lejano, U3 continuaba su trabajo silencioso e incansable.

Contemplaron los cohetes que trazaban caminos grises en el cielo, preguntándose qué propósito lejano los empujaba hacia el horizonte. No lo sabían.

Nunca lo sabrían.

“La humanidad vivirá eternamente”, pensaron.

“Pero nunca volverá a vivir de verdad”.

Una persona abre las cortinas para observar una enorme nave espacial rectangular que planea sobre un paisaje suburbano, con el perfil de una ciudad a lo lejos y una luna en el cielo.